Hay lugares que no solo se visitan, se sienten. Monocromo, creado por el interiorista Ro de Rivero, regresa con un nuevo espacio en San Isidro para reafirmar esa premisa: cada objeto guarda una energía, cada detalle cuenta una historia. Fundado en 2017, este proyecto de diseño se reinventa en una etapa más íntima y sensorial, donde lo auténtico y lo atemporal se convierten en protagonistas.

Un lenguaje visual que conecta con las emociones
El nuevo capítulo de Monocromo mantiene intacta su esencia: una sensibilidad estética singular y el respeto por el legado artesanal. Lo que se transforma es la manera en que ese universo se despliega: con una curaduría personalísima que une lo global y lo atemporal en un mismo recorrido. Muebles, luminarias, textiles y objetos procedentes de distintas geografías se presentan como fragmentos de viaje, seleccionados por Ro de Rivero a partir de sus exploraciones y encuentros.
Cada pieza parece contener una energía propia, una vibración silenciosa que va más allá de la belleza formal. “Mi intención no es solo ofrecer objetos hermosos, sino crear un lenguaje visual que conecte con las emociones y eleve la manera de habitar”, explica su fundador. En esa declaración se resume la filosofía de Monocromo: dar voz a lo invisible, a lo que solo se percibe cuando la estética se convierte en experiencia.


San Isidro como escenario de contemplación
Ubicado en una calle serena de San Isidro, el nuevo espacio ha sido concebido como un refugio sensorial. Al atravesar sus puertas, no se ingresa a una tienda, sino a un universo donde lo artesanal y lo contemporáneo conviven con naturalidad. Cada rincón invita a detenerse, a redescubrir la esencia de Monocromo y a dejarse llevar por una atmósfera íntima y contemplativa.
La propuesta no solo exhibe piezas de diseño: plantea un diálogo con la memoria y con el acto mismo de habitar. Las texturas invitan al tacto, las formas sugieren historias, y la luz se convierte en un hilo conductor que envuelve todo en un ritmo pausado. Monocromo reafirma así su vocación de ser un espacio con propósito, capaz de acercar culturas diversas y revelar la fuerza de lo atemporal en lo cotidiano.
Con esta reapertura, Ro de Rivero devuelve al diseño su carácter más humano y trascendente. Monocromo se erige como un recordatorio de que los objetos pueden tener alma, y que en la intimidad de un espacio se esconde, muchas veces, la verdadera manera de reconectar con la belleza.
Escribe: Romina Polti