En un rincón sofisticado de San Isidro, donde la tradición se encuentra con el diseño contemporáneo, Kassandra Domínguez, fundadora de Cincinatti, lidera una marca que ha sabido convertir la artesanía en cuero en una declaración de estilo, sostenibilidad y atemporalidad. Desde su atelier limeño, crea no solo zapatos artesanales, sino verdaderas piezas con alma: objetos que resisten el paso del tiempo y las modas pasajeras, y que nacen de una filosofía tan firme como sensible.

“Nuestro público objetivo son mujeres que aman y valoran las piezas atemporales y artesanales”, afirma Domínguez. Y es precisamente ese compromiso con lo auténtico lo que guía cada decisión creativa de la marca. En lugar de adaptarse a los caprichos de la moda, Cincinatti se reinventa con sutileza: mezcla texturas, añade suelas chunky, juega con costuras, detalles metálicos y colores, sin jamás alterar el diseño base. Así, se mantiene fiel a una estética atemporal que comunica fuerza, elegancia y carácter.
Sostenibilidad que se siente
En la industria de la moda, hablar de sostenibilidad se ha vuelto imprescindible. Pero en Cincinatti, este principio se traduce en acciones concretas. La firma trabaja únicamente con curtiembres certificadas por el Leather Working Group (LWG), una de las entidades europeas más exigentes en términos de impacto ambiental. Gracias a ello, se garantiza un proceso de bajo consumo de agua y energía, con residuos controlados y un compromiso real con el desarrollo de una moda más circular y responsable.
Pero la sostenibilidad también está en la durabilidad. “Una de nuestras prácticas más importantes y que son más valoradas por nuestros clientes, es la elección de materiales de alta durabilidad; desde la elección de un cuero premium, los tacos y plataformas en madera”—, “Diseñamos calzados que no requieren ser reemplazados con frecuencia. Creemos firmemente en el slow fashion”, asegura Kassandra. Además, gran parte del cuero sobrante es transformado mediante upcycling en tarjeteros, llaveros y otros accesorios. Como broche, cada par de zapatos se entrega en bolsas reutilizables de lino, pensadas para acompañar a sus dueñas por años.

El alma limeña en cada colección
La flagship store de Cincinatti en San Isidro es un reflejo fiel de la ciudad que la vio nacer. Lima —con sus contrastes, su riqueza visual y su misticismo urbano— inspira colecciones que rinden homenaje a su identidad cultural y artística. “De las últimas colecciones, una está inspirada en Barranco y sus tardes soleadas de verano”, nos cuenta la fundadora. La narrativa de marca se cuenta no solo con palabras, sino también con colores, patrones y texturas que evocan el espíritu limeño con una elegancia contemporánea.


Personalización como experiencia
En una época donde el lujo se define por la experiencia, la firma invita a sus clientas a formar parte del proceso creativo.”Ofrecemos la opción de personalización en nuestros calzados, se le permite personalizar el color, la textura, el acabado del cuero, suelas, el tamaño del taco y plataforma. Nos emociona que el cliente se incluya en la experiencia de armar su calzado de acuerdo a su gusto donde refleja su estilo y personalidad”, explica Kassandra. Más que una compra, es un momento íntimo de conexión entre la marca y quien la elige. Un zapato que no solo calza bien, cuenta una historia.
Conexión con lo auténtico
Más que un punto de venta, la flagship store funciona como un espacio de encuentro entre el arte, el oficio y la sensibilidad femenina. Cada elemento —desde los materiales nobles que visten el ambiente hasta la iluminación cálida y la disposición de las piezas— está cuidadosamente pensado para transmitir la esencia de la marca.
Bajo la dirección de Kassandra, la marca no solo diseña zapatos: cultiva una visión. Una que abraza la artesanía, se compromete con la sostenibilidad y celebra la individualidad. En cada par, una promesa: caminar con propósito, con belleza, con alma.
Redacción: Romina Polti Pimentel