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Fletes en la cuerda floja: entre la caída de precios y el laberinto logístico global

Aunque los costos de fletes internacionales han disminuido respecto a los picos pandémicos, la presión logística persiste. Cuellos de botella, conflictos geopolíticos y la transición verde reconfiguran el mapa del comercio global por mar en 2025. ¿Estamos ante una nueva estabilidad o una tormenta en calma?

El vaivén del comercio: entre el abaratamiento y la incertidumbre

En 2021, mover un contenedor de Shanghái a Los Ángeles costaba más de 15,000 dólares. Hoy, esa cifra se ha reducido drásticamente, situándose en torno a los 2,000 o 3,000 dólares, según rutas y temporadas. Sin embargo, esta aparente normalización de los precios del flete internacional es solo la superficie de un sistema aún frágil y tensionado.

La caída en los costos no responde a un alivio estructural, sino a una desaceleración del consumo global, una moderación en la demanda de contenedores y la sobreoferta de buques generada tras la pandemia. Pero debajo de esta calma, laten amenazas: bloqueos geopolíticos, crisis logísticas persistentes y una exigente transición hacia la sostenibilidad.

Geopolítica en alta mar: conflictos que redibujan las rutas

El conflicto en el Mar Rojo, los ataques a buques comerciales en zonas de tensión y la militarización de algunas rutas clave han obligado a desviar el tráfico marítimo hacia rutas más largas y costosas, como el rodeo por el Cabo de Buena Esperanza en vez del Canal de Suez.

Este cambio incrementa los tiempos de entrega, eleva el consumo de combustible y distorsiona las tarifas. A su vez, los conflictos en Europa del Este y las tensiones en el estrecho de Taiwán introducen una constante sensación de riesgo que impacta directamente en la planificación logística global.

La sobrecapacidad: un dilema para las navieras

Tras los cuellos de botella pandémicos, muchas empresas navieras apostaron por ampliar sus flotas. En 2025, ese exceso de capacidad se ha vuelto un arma de doble filo. La sobreoferta de buques portacontenedores ha presionado los precios a la baja, beneficiando a los importadores, pero reduciendo márgenes para las navieras.

Las grandes operadoras, como Maersk, Hapag-Lloyd o Evergreen, ahora ajustan sus estrategias, desacelerando entregas (blank sailings), retirando naves más antiguas o fusionando rutas para sostener su rentabilidad.

Fletes más baratos, pero no necesariamente más eficientes

Aunque las tarifas de flete internacional han bajado, la eficiencia del sistema global sigue comprometida. Problemas estructurales como la congestión en puertos, la falta de infraestructura terrestre y la escasez de mano de obra calificada en logística portuaria aún afectan los tiempos de tránsito y encarecen los costos indirectos.

La presión de las cadenas de suministro se mantiene latente, especialmente en regiones en desarrollo, donde la infraestructura aduanera y la digitalización logística avanzan a un ritmo desigual.

El factor verde: sostenibilidad como nueva variable de precio

La descarbonización del transporte marítimo ya no es una promesa, sino una exigencia regulatoria. Las nuevas normas de la Organización Marítima Internacional (OMI) han comenzado a aplicarse, impulsando el uso de combustibles alternativos y tecnologías de bajo impacto ambiental.

Esto, sin embargo, tiene un precio. Las inversiones en buques ecológicos, sistemas de propulsión híbrida y combustibles sostenibles como el metanol verde o el GNL encarecen la operación naviera. A mediano plazo, este factor podría influir al alza en los precios de los fletes, especialmente en rutas largas y de alto tráfico.

¿Qué esperar para el segundo semestre de 2025?

Las proyecciones apuntan a una moderada estabilidad en las tarifas de flete, con leves repuntes en rutas sensibles. La demanda global se mantiene en niveles contenidos, y las estrategias de diversificación de proveedores (nearshoring y friendshoring) podrían reducir la dependencia de rutas marítimas extensas.

Sin embargo, el sistema sigue siendo vulnerable a choques externos: huracanes, conflictos, huelgas portuarias o incidentes climáticos pueden alterar, en cuestión de días, el delicado equilibrio actual.

Conclusión: entre aguas tranquilas y tormentas invisibles

El comercio internacional por vía marítima navega, en 2025, por aguas menos agitadas que en los años pandémicos, pero aún no recupera su rumbo pleno. La caída de precios de los fletes ofrece un respiro, pero no elimina la presión logística. En este escenario, las empresas importadoras y exportadoras deben mantenerse alertas, flexibles y con la mirada puesta en el horizonte: la próxima ola puede llegar en cualquier momento.

Redacción: Anghelo Basauri Escudero