Hay quienes emprenden guiados por planes meticulosos y hay quienes lo hacen con una convicción indócil, casi intuitiva, que insiste incluso cuando todo alrededor parece incierto. En ese segundo grupo se encuentra quien, lejos de prometer fórmulas de éxito, prefiere compartir el proceso en bruto: lo que duele, lo que cuesta, lo que transforma. Entre horas de escucha activa, errores asumidos y aprendizajes sin atajos, Mateo Ruiz de Somocurcio ha construido una voz distinta en el ecosistema digital. Una que no seduce con promesas, sino que conecta con verdades.

Creer incluso cuando todo es incierto
Para Mateo, el principio de todo ha sido siempre la convicción. La certeza interna de que si uno trabaja con disciplina, las cosas terminan encajando. Esa convicción lo ha acompañado desde sus primeros pasos en el mundo empresarial, incluso cuando el escenario no ofrecía garantías ni respuestas claras.
En lugar de buscar atajos, su mirada se enfocó en escuchar al cliente, entender el mercado y adaptarse sin perder la esencia. “Al principio no hay mucho que decir, solo trabajar duro”, afirma con naturalidad. Su mensaje no idealiza el esfuerzo, pero lo reconoce como el único terreno fértil para que una idea crezca de forma real.
Contenido que evita errores, no que los oculta
Desde su rol como creador de contenido, Mateo no pretende dar lecciones definitivas. Su propósito es compartir lo aprendido, sobre todo aquello que, en su momento, le habría gustado saber antes de equivocarse. Esa franqueza es su mayor valor.
Muchos de sus aprendizajes llegaron tarde, tras desoír consejos clave. Hoy, entiende que si puede ahorrarles a otros esos desvíos, habrá cumplido un rol significativo. Y lo hace sin solemnidad: habla claro, sin rodeos, convencido de que la transparencia genera cercanía y que los contenidos más útiles no son los más técnicos, sino los más humanos.

Sembrar ideas, no fórmulas
En un entorno saturado de voces que prometen éxito exprés, Mateo ofrece algo distinto: una invitación honesta a emprender sin mitos. Su discurso no tiene trucos escondidos ni claves infalibles. Lo que busca es mostrar que, con constancia, cualquier proyecto puede tomar forma.
No se trata de inspirar desde la cima, sino de acompañar desde el proceso. “No hay muchos secretos”, dice. Y ahí radica la potencia de su enfoque: desmitificar el emprendimiento no para restarle valor, sino para hacerlo más accesible, más real, más posible.
Despertar sin idealizar
La ola de jóvenes que deciden emprender crece cada vez más, alentada por una narrativa de éxito que a menudo omite la dificultad del camino. Muchos se lanzan sin saber realmente lo que implica ese salto, animados por discursos que hacen del emprendimiento un estilo de vida aspiracional, pero poco transparente.
Mateo observa esta tendencia con entusiasmo y cautela. “Emprender está de moda, pero no todos saben lo que realmente implica. A veces parece más fácil o divertido de lo que es”, señala. Por eso cree que quienes generan contenido desde la experiencia, sin romantizar el proceso, tienen la responsabilidad de mostrar el lado menos visible: el desgaste, la frustración, la paciencia. No para desalentar, sino para formar emprendedores más conscientes, preparados y menos vulnerables al fracaso precoz. Porque —como bien lo resume— sí es posible emprender, pero primero hay que saber en qué terreno uno está entrando.
Escribe: Romina Polti