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Meneo Studio: El esplendor del cardio dance

María Fernanda Osterling y Valeria Piepp, fundadoras de Meneo Studio, han creado mucho más que una academia de cardio dance: un refugio para mujeres donde el cuerpo se convierte en territorio de reconexión, liberación y empoderamiento. Desde una experiencia íntima y espontánea, hoy lideran una comunidad vibrante que mueve con el corazón y transforma con el ritmo.

Del cuerpo al corazón: el origen de un espacio propio

Meneo Studio nació de una necesidad visceral. En sus inicios, fue un pequeño grupo de amigas —liderado por María fernanda Osterling y Valeria Piepp— que se reunía a bailar como una forma de liberar el estrés y reencontrarse con la alegría del movimiento. Aquellas sesiones informales no tardaron en convertirse en algo más grande: un espacio que convocaba a más mujeres en busca de una pausa, una catarsis, un respiro.

Con el paso del tiempo, lo que parecía solo una clase de ejercicio se reveló como un acto de cuidado profundo. El grupo creció, y junto a él, la conciencia de que hacía falta un lugar más grande, más seguro, más propio. Así nació Meneo Studio: una comunidad que no solo se ejercita, sino que también se sostiene, se escucha y se reconoce en el otro.

Bailar para sentirse, no para verse

En un mundo que ha hecho del cuerpo femenino un espectáculo externo, Meneo propone lo contrario: la intimidad del cuerpo como hogar. “Aquí nadie te está mirando, porque todas estamos ocupadas en sentirnos”, señala Vale Piepp. Esa declaración no solo resume la experiencia, sino que la diferencia radicalmente de otras disciplinas.

Las clases cardio dance son una invitación a apagar el ruido externo y reconectar con la voz interior. El diseño de la experiencia —desde la música hasta la energía colectiva— busca crear un lugar sin juicio, donde lo importante no es cómo te ves, sino cómo te sientes. La libertad de moverse sin expectativas se convierte, entonces, en una herramienta poderosa de autoconocimiento y amor propio.

Comunidad, autoestima y liberación

Meneo no es solo una rutina física: es un ritual emocional. Para Mafe y Vale, acompañar a tantas mujeres en su proceso de empoderamiento ha sido una lección constante. Lo que han descubierto es que, detrás de cada rostro, hay historias, tensiones y cargas invisibles que se suavizan al compás de una canción.

Cada clase se convierte en un espejo que devuelve una versión más compasiva de una misma. Y es ahí donde reside el verdadero poder: en la posibilidad de mirarse con cariño, moverse con libertad y reconectar con partes olvidadas por la velocidad de la vida. A veces, una hora basta para cambiar el ánimo, para recordar lo que somos capaces de sostener… y de soltar.

Liderar con el cuerpo y el alma

Mantener viva la experiencia Meneo requiere más que coreografías: exige presencia, sensibilidad y un liderazgo encarnado. Las fundadoras no están detrás de una oficina: están en cada clase, cada playlist, cada gesto. El studio no es una marca: es una energía viva que se alimenta del detalle y de la intención.

Cada elemento del local —desde la selección musical hasta el tono de voz— está pensado para reconectar y acompañar. La misión va más allá del movimiento: se trata de ofrecer un lugar donde las mujeres se sientan vistas, escuchadas y celebradas. Con la expansión de su tribe, como las fundadoras llaman a su grupo de nuevas coaches en formación, Meneo sigue creciendo sin perder su esencia: la conexión honesta y el corazón abierto.

En Meneo, cada clase es una pausa sagrada. Un espacio donde el sudor convive con la emoción, donde el cuerpo deja de ser carga para convertirse en canal. Un ritual que, más que entrenar, transforma.

Escribe: Romina Polti