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Natalia Mandiola: Talento insigne que triunfa en Chile

La comunicadora y life coach chilena Natalia Mandiola Basoalto ha aprendido a caminar con firmeza entre los mundos de la televisión, el deporte, la maternidad y el desarrollo personal. Su presencia, ya sea frente a las cámaras o en una masterclass dominical, encarna una emocionalidad serena que no cede ante la volatilidad de las redes ni a las exigencias de una industria en constante mutación. Su historia es la de una mujer que se reinventa sin dejar de ser ella misma. Y en ese equilibrio entre el foco, el alma y la voz ha encontrado su lugar.

Energía emocional como principio vital

Para Natalia, no existe separación entre lo profesional y lo íntimo. Todo se entreteje desde una esencia auténtica que se proyecta en sus distintos roles: comunicadora, madre y coach. Tras el nacimiento de su hija Dominga, su sensibilidad se ha profundizado y convertido en un valor emocional tangible que transmite en cada espacio que habita. Su forma de estar en el mundo —presente, consciente, energética se refleja también en cómo elige transitar cada día.

Cree firmemente en la fuerza de los pensamientos positivos, pero no ignora la realidad de los días difíciles. “No me reprimo, intento ver el lado positivo”, señala, consciente de que la vulnerabilidad también es poder. Esta mirada sincera y luminosa, anclada en la resiliencia, es parte esencial de su propuesta: vivir conectada con lo que importa de verdad.

La reinvención como impulso constante

Su carrera televisiva es un mapa de adaptaciones valientes. Desde el programa de entretenimiento Cóctel hasta su paso por Fox Sports, Natalia ha demostrado una capacidad camaleónica que sorprende por su naturalidad. Aunque el periodismo deportivo no fue un destino planeado, terminó convirtiéndose en una de sus grandes pasiones. A temprana edad, ya cumplía el sueño de estar en la pantalla de Fox, y con cada nuevo formato reafirmaba su vocación.

Dentro de ese campo también se capturaron momentos incómodos que fueron catalizadores de crecimiento. Pero En lugar de paralizarla, la empujaron a validar su lugar en un espacio que durante años fue hostil para muchas mujeres. En ese tránsito, Natalia reafirma su postura: continuar aprendiendo, comunicando y evolucionando.

Autenticidad que construye comunidad

Para ella, el deporte no es solo actividad física, sino un espacio sagrado de conexión interior. Tras su embarazo, el regreso al entrenamiento le abrió nuevas vías de empatía con otras mujeres, especialmente con aquellas que también viven la maternidad. Así nacieron sus masterclasses dominicales, experiencias en las que el cuerpo, la energía y la sororidad se encuentran con propósito.

Desde sus redes sociales —donde se muestra tal como es, sin imposturas—, ha cultivado una comunidad que reconoce en su autenticidad un refugio frente al ruido digital. “Soy igual fuera de la pantalla”, dice, y ese principio lo mantiene inquebrantable. Su coherencia no solo inspira, también genera vínculos reales, que trascienden el algoritmo y construyen sentido.

Empoderar desde la evolución

La transformación es una constante en su narrativa personal. Sus múltiples cambios de look son casi una metáfora visual de su capacidad de soltar, arriesgar y renovarse sin miedo. Para Natalia, cada etapa trae consigo una lección, y lo importante es caminarla con amor propio. El empoderamiento femenino no es para ella un concepto abstracto: es una vivencia que se plasma en sus decisiones, en su discurso y en las mujeres que la rodean.

Más que seguidores, busca formar una comunidad comprometida, donde el crecimiento emocional sea compartido. Desde su podcast hasta su presencia digital, su voz propone un nuevo tipo de influencia: la que transforma sin imponer. Con la madurez que dan los años y el aprendizaje consciente, sueña con volver a la televisión desde otro lugar: más profundo, más humano, más suyo.

Su historia —la de una mujer que se reconstruye desde la luz— no se cuenta con estridencia. Se insinúa en cada gesto genuino, en cada palabra que elige con intención. Natalia no busca ser otra cosa que ella misma, y ese acto, en un mundo que presiona para encajar, es su mayor revolución.

Escribe: Romina Polti