Pierina Aste ha forjado una carrera que trasciende la estética superficial para convertir la asesoría de imagen en una experiencia de autoconocimiento, donde intuición, formación y conexión emocional se entrelazan para revelar la autenticidad de cada persona.

Del método al instinto
Desde sus primeras incursiones, Pierina comprendió que proyectarse visualmente no se trata solo de elección de piezas, sino de otorgar significado a cada una. Su formación internacional le otorgó una base sólida, pero fue su sensibilidad la que transformó sus sesiones en experiencias personales. “Siempre tuve ese amor por la moda, pero tenía claro que para poder aplicarlo profesionalmente tenía que especializarme en algo que tenga valor”, comparte. Lo que inició como un ejercicio estructurado evolucionó hacia un acompañamiento genuino, donde la empatía y la lectura emocional enriquecen cada propuesta.

Identidad visual: un reflejo de lo interno
Su enfoque no responde a moldes ni a dictados efímeros. Comprender quién es y cómo se vive, según su visión, el inicio indispensable para proyectar coherencia estética. “Uno debe encontrar su estilo personal, es fundamental. No es un camino fácil, pero es el primer paso indispensable”, asegura. Esta búsqueda debe armonizarse con las dinámicas cotidianas: una creativa autónoma no necesita lo mismo que un ejecutivo con código formal. Así se construye una forma de vestir que trasciende las temporadas y se convierte en un reflejo auténtico del ser.

Comprar con criterio: menos impulso, más intención
El entusiasmo por renovar el armario es comprensible, pero la estilista propone un enfoque selectivo y racional. La elección de una pieza no debe responder al capricho, sino a su funcionalidad y versatilidad. “Hay una gran diferencia entre comprar por impulso o porque lo vi en el maniquí y me gustó, entre comprar de manera consciente y sabiendo que me va a ser útil”, explica. Dos preguntas la guían: ¿cómo se integra con lo que ya se posee?, ¿tendrá uso frecuente? “No me voy a comprar una falda de lentejuelas por más que tenga tres combinaciones, porque la usaría una vez al año”, comenta con humor. Esta reflexión convierte cada adquisición en una extensión natural del día a día.

Un sueño en construcción
Además de consultora, Aste es licenciada en educación, y ese vínculo con la docencia se mantiene latente en sus planes. Su visión futura incluye un espacio formativo propio, donde pueda transmitir su metodología y visión transformadora. “Me ilusiona tener una academia propia de asesoría de imagen y demás especializaciones relacionadas con la moda”, revela. Esa escuela no solo formaría especialistas, sino también pensadores críticos que comprendan la indumentaria como un lenguaje emocional, funcional y consciente.
Redacción: Romina Polti Pimentel