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Pralemy Fashion School: Un espacio donde el diseño se conecta con el propósito

En tiempos donde la creatividad exige propósito y la técnica pide evolución, Antonella Dusek y Camila Escobar decidieron reimaginar la enseñanza de la moda desde sus cimientos. Con sensibilidad, visión y una apuesta por lo humano, dieron forma a una escuela sin moldes preestablecidos, donde lo que realmente se aprende es a crear desde dentro. Lo que comenzó como una respuesta a una necesidad técnica, hoy es una plataforma formativa y emocional que inspira a toda una generación de mujeres a descubrir, diseñar y liderar con autenticidad.

Un punto de partida técnico

La génesis de Pralemy se ancla en una observación crítica y oportuna: mientras la industria avanzaba hacia lo digital, la enseñanza técnica permanecía inmóvil. Camila identificó una necesidad latente en el sector: la carencia de patronistas digitales que pudieran adaptarse a procesos cada vez más automatizados. Así nació, a inicios del 2022, la idea de una escuela distinta, ágil, actualizada y conectada con la empleabilidad real.

La llegada de Antonella trajo consigo una dimensión nueva: el potencial expresivo y creativo de la moda como lenguaje propio. Esa conjunción dio forma al verdadero espíritu de Pralemy. Ya no se trataba solo de cubrir vacíos técnicos, sino de construir una comunidad formativa que abarque el diseño, el styling, la dirección creativa, el branding y la producción de marcas. Una escuela viva, sin aulas tradicionales, donde se aprende haciendo, conectando y transformando.

Más allá de la tendencia: vestir desde la autenticidad

En una industria muchas veces encorsetada por cánones y estéticas predecibles, Pralemy propone una pedagogía que celebra la diferencia. Para sus fundadoras, la moda es una herramienta, no un uniforme. Lo importante no es ajustarse a la última tendencia, sino entender qué se quiere decir con lo que se crea o se viste. El estilo, sostienen, solo perdura cuando nace desde la autenticidad.

La metodología se basa en el cuestionamiento y en el riesgo creativo. Cada alumna enfrenta retos sin respuestas únicas, investiga su identidad como punto de partida y construye un lenguaje propio. Se trabaja con referentes culturales diversos, se derriban fórmulas establecidas, y se guía a las estudiantes hacia un proceso de autodefinición estética, emocional y profesional. En Pralemy, crear es también un acto de empoderamiento.

Educar para transformar

El doble rol de educadoras y emprendedoras ha llevado a Antonella y Camila a comprender que enseñar no es solo transmitir conocimientos, sino acompañar procesos de transformación. En Pralemy, cada curso se convierte en un portal hacia una nueva identidad profesional. No es solo una escuela: es una plataforma emocional y estratégica para formar a las nuevas voces de la moda.

Las historias de sus egresadas validan este enfoque. Desde estilistas profesionales en activo hasta marcas emergentes como Danolis, el paso por Pralemy se traduce en decisiones concretas, proyectos lanzados, nuevas narrativas personales. Aquí, lo técnico y lo sensible conviven en equilibrio. Hay estructura, pero también espacio para soñar, replantearse, conectar. Es un modelo educativo que da herramientas, pero sobre todo, confianza para trazar un camino propio.

Moda con raíz, visión y propósito

Pralemy se posiciona como un lugar donde la moda se piensa a futuro. Para sus fundadoras, los valores que deben perdurar son claros: autenticidad, creatividad y visión a largo plazo. Creen en una moda que no solo luce bien, sino que se alinea con quienes la crean y la consumen; una moda que incluye, que evoluciona sin perder el alma.

La proyección es ambiciosa pero coherente: consolidar una red de líderes creativas en Latinoamérica que transformen la industria desde adentro. Mujeres con criterio, sensibilidad y visión estratégica. Mujeres que entienden la moda como una forma de habitar el mundo, de narrarse a sí mismas y de construir futuro. Porque si algo define el legado de Pralemy, es esa convicción inquebrantable de que enseñar moda es también enseñar libertad.

Escribe: Romina Polti