MENU
Facebook
LinkedIn
X

Tomás Cam: Contemplar en tiempos de vértigo visual

En un entorno saturado de estímulos digitales, donde las imágenes desfilan a un ritmo que impide la conexión real, Tomás Cam logra lo improbable: detener la mirada, invitar al silencio y abrir un espacio para sentir. Su obra no irrumpe, sino que permanece, apelando a la presencia consciente y a una narrativa visual que seduce sin artificios.

Una estética con alma

La singularidad de su trabajo nace de una mirada profundamente interior. Con una vida atravesada por la espiritualidad y una relación cercana con la psicología, no busca producir contenido, sino “transmitir algo más allá de lo visual: la presencia real en el aquí y el ahora”. Cada imagen es, para él, una invitación a detenerse, a reconocer lo efímero como eterno.

“Lo que más me gusta de la fotografía es que permite que un instante fugaz se quede para siempre. No solo la imagen, sino también las emociones que se vivieron en ese momento”, afirma. Lejos del frenesí productivo, su trabajo es una forma de arte que invita a habitar lo cotidiano con sensibilidad, una manera de embellecer la vida sin necesidad de filtros excesivos.

Resistencia poética frente al mercado

En sus piezas más personales aflora una pulsión por lo simbólico, lo íntimo, lo poético. No obstante, es consciente de la tensión que existe entre esa mirada artística y las exigencias del mercado audiovisual contemporáneo. “Siempre he sentido que camino entre dos fuerzas: lo que se consume y lo que se ama”, confiesa.

En ese equilibrio delicado, ha aprendido a mantenerse fiel a sí mismo sin renunciar a la sostenibilidad económica. “Con disciplina, constancia y tocando muchas puertas, uno puede hacer que la suerte se incline a su favor”, asegura. Así, mantiene proyectos que generan ingresos, pero nunca los desconecta de su impulso creativo. Su fórmula: hacer que convivan, hasta que ambos mundos se alineen de forma natural.

El lenguaje visual ante la innovación

El artista ha explorado distintas plataformas como YouTube, TikTok e Instagram, reconociendo el lenguaje propio de cada una. Aunque la exposición constante puede generar comparación y ansiedad creativa, descubrió que “alejarse un momento, reconectar contigo mismo y entender dónde encaja mejor tu arte es parte esencial del proceso”.

Entre todas, YouTube sigue siendo su favorita: “permite una conexión más profunda con la audiencia”, dice, y proyecta volver a ella con un enfoque que combine técnica, emoción y reflexión. Paralelamente, reconoce el impacto de la inteligencia artificial en la transformación del lenguaje visual. “La herramienta evoluciona, pero el ojo y la intención siguen siendo lo más valioso”.

Las tendencias actuales, como el regreso a lo vintage, el minimalismo y los colores mate, también lo inspiran. Su reciente exploración se centra en el color, la iluminación y la edición cuidadosa, buscando ese punto medio entre lo real y lo onírico. Allí, poco a poco, está consolidando una identidad visual profundamente personal.

Un arte con propósito transformador

Su visión de futuro está íntimamente ligada a la creación de experiencias que reconecten al ser humano con su interioridad. “Me impulsa la idea de que no se puede expresar lo que uno no ha aprendido a habitar por dentro”, reflexiona. Para lograrlo, Cam sueña con lanzar un canal de YouTube que no solo enseñe fotografía, sino que revele el camino emocional y humano que hay detrás del lente.

Tiene en mente un proyecto de retratos que capture las distintas formas de sentir. “Me gustaría mostrar la belleza que hay incluso en la tristeza, en la nostalgia, en la alegría más sencilla”, expresa. Una propuesta que combina lo artístico y lo terapéutico, con la intención de sanar a través de la imagen.

Además, planea fundar un estudio físico de creación. Un espacio donde artistas, fotógrafos y buscadores de autenticidad puedan reunirse, crear, compartir y aprender. “Creo profundamente que el arte no es un lujo, sino una necesidad humana”, afirma con convicción.

Una imagen que se queda

En una era dominada por la velocidad y el algoritmo, Tomás Cam nos recuerda que el arte verdadero sigue siendo pausa, mirada y sentido. Su obra no responde a la urgencia de producir, sino a la necesidad de conectar, de acompañar con imágenes que no solo se observan, sino que se sienten.

Redacción: Romina Polti Pimentel