En entrevista exclusiva con Signature, el CEO de Trii, Diego Torres, revela la filosofía que inspira su plataforma: Acercar el universo de las inversiones a todos los peruanos, sin miedo, sin jergas técnicas y sin barreras. Una apuesta por transformar la relación del país con su propio futuro financiero.
Una revolución que comenzó con una pregunta incómoda
¿Por qué invertir en bolsa se percibe como un acto frío, lejano y reservado para unos pocos? Esa fue la pregunta que encendió la chispa fundacional de Trii. El equipo detrás de la fintech confiesa que todo comenzó al detectar una herida cultural: en Perú, hablar de acciones, mercados y capitales sonaba ajeno. Como si el ciudadano común estuviera excluido de participar del motor que mueve las grandes economías.
“Trii nace como una rebelión ante ese modelo cerrado”, explica. “Queríamos una plataforma donde cualquier persona, desde cualquier lugar del país, pudiera comenzar a invertir con confianza y sin intimidación”.

De la frialdad técnica a la empatía financiera
Uno de los mayores logros no ha sido solo la tecnología, sino el lenguaje. Su equipo decidió eliminar el muro invisible que construyen las palabras complicadas y los términos técnicos. “Aquí nadie debería sentirse menos por no saber”, afirma. Su modelo de comunicación está guiado por una consigna sencilla: hablar como si le explicaras algo a un amigo.
Así, con un lenguaje cotidiano, cálido y lleno de ejemplos claros, se posicionan como una plataforma donde aprender a invertir es también un ejercicio de autonomía emocional. “Invertir no es solo una decisión financiera: es un acto de confianza en uno mismo”, subraya.
Diseño, propósito y experiencia: el alma detrás de una app
Construida para personas que jamás han invertido, la experiencia de usuario en Trii fue diseñada con empatía y sencillez. Desde el primer toque, el objetivo es claro: no abrumar, sino inspirar. “Queríamos que abrir la app no se sienta como abrir un simulador de Wall Street, sino como abrir una puerta personal hacia el futuro financiero propio”, cuenta.
La evolución de la app ha sido colectiva. “Los usuarios nos dicen qué funciona y qué no. Hemos quitado lo que no aporta valor, y cada nuevo paso ha sido una respuesta a quienes ya confiaron en nosotros”.

Legado: una generación que aprende a invertir como quien aprende a leer
No hablan del éxito solo en términos de crecimiento. Para ellos, el verdadero legado será cultural. “Soñamos con un Perú donde invertir no sea visto como privilegio, sino como hábito. Donde millones participen del mercado de capitales porque entienden que el progreso empieza por saber cuidar lo propio”, afirma.
La plataforma se ha convertido en la puerta de entrada para más de 120 mil peruanos al mercado bursátil, con un crecimiento que va más allá de Lima: 4 de cada 10 usuarios pertenecen a regiones. Una descentralización histórica para el ecosistema financiero del país.
El Día Trii: una jornada para invertir sin miedo
Este 10 de junio, la fintech lanza el “Día Trii”, un evento donde cualquier persona podrá invertir sin pagar comisiones en acciones, ETFs y fondos internacionales desde montos pequeños (S/25 o $6). Un gesto simbólico y concreto que resume todo lo que representa su filosofía.
Con el respaldo de Kallpa SAB y U.S. Global Investors, esta jornada busca motivar a quienes aún creen que invertir no es para ellos. “Queremos demostrar que sí se puede. Que cualquiera puede ser parte del sistema, con las herramientas adecuadas”, enfatiza.

Una visión regional con acento peruano
Trii no es solo una app: es una plataforma que está redibujando el mapa de las oportunidades financieras en América Latina. Desde Perú, su misión es demostrar que la educación financiera, cuando se comunica con claridad y propósito, puede convertirse en una fuerza transformadora.
Como confesaron su sueño no es tener más usuarios, sino más ciudadanos informados, conscientes y empoderados. Y si esa transformación comienza por una app, que así sea. Pero lo que están construyendo va mucho más allá: una cultura de inversión donde el futuro ya no es un lujo, sino una opción compartida.
Redacción: Anghelo Basauri Escudero