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UMA: Un viaje sensorial al corazón del Perú en Bogotá

En el universo de la alta gastronomía, existen lugares que sirven buena comida, y otros que logran trascender el simple acto de comer. Este último es el caso de UMA, el refinado restaurante liderado por el chef Felipe Villanueva, un santuario de sabor, memoria y sofisticación donde cada detalle cuenta una historia inolvidable.

Una bienvenida que marca el inicio de la experiencia
La travesía comienza con la cálida recepción de Óscar, anfitrión de alma generosa y conocimiento apasionado, quien guía a los comensales a través de un recorrido lleno de matices. La introducción es una degustación de bebidas artesanales a base de pisco, cada una con una personalidad única, desde notas cítricas y vibrantes hasta matices dulces y especiados. Un preludio que anticipa la maestría que está por desplegarse.

Sabores que evocan memorias ancestrales
La primera creación que llega a la mesa es una entrada de atún fresco, donde la técnica contemporánea y el respeto absoluto por el producto se combinan de forma magistral. Luego, el queso camembert a la parrilla, infusionado con romero y acompañado de un chutney de ajíes peruanos, ofrece dulzor, picante y profundidad, evocando un susurro del Ande en pleno corazón de Bogotá.

La causa de pollo con aguacate, elaborada con mayonesa casera y realzada con ají amarillo, transporta al comensal a una Lima nostálgica y vibrante. Cada bocado narra una historia ancestral, reinterpretada con sutileza y pasión.

La apoteosis de los platos principales
El clímax de la velada llega con los platos fuertes. El arroz con pato, marinado en cerveza negra y zapallo loche, horneado durante doce horas, despliega aromas y texturas que rozan la poesía culinaria. El huevo a la inglesa, el aguacate, el ají amarillo y la salsa criolla se entrelazan en una danza de sabores perfectamente orquestada.

A este festín se suma el tradicional pescado a lo macho: un robusto filete de corvina bañado en una intensa salsa de mariscos, donde langostinos, pulpo, calamar y mejillones elevan la experiencia marina a su máxima expresión, acompañados de arroz blanco y papa criolla.

Un final dulce para una experiencia inolvidable
Cuando parece que no hay más maravillas por descubrir, llega el epílogo perfecto: una terrina de chocolate 58%, servida con helado de Ferrero Rocher. La textura cremosa, el contraste de temperaturas y el dulzor equilibrado sellan la experiencia de manera sublime, dejando en el paladar un recuerdo imborrable.

Homenaje vivo a Perú
Más que un restaurante, el espacio creado por Felipe Villanueva es un homenaje apasionado a la cultura peruana. Cada plato, detalle, gesto hospitalario es una celebración de raíces profundas, interpretadas con innovación, respeto y sensibilidad. Quienes cruzan sus puertas no solo disfrutan de una experiencia gastronómica excepcional, sino que también descubren un universo donde el arte, la tradición y el lujo se entrelazan para dejar una huella imborrable en los sentidos.

Redacción: Romina Polti Pimentel