El rumor alegre de una marimba, el vaivén de los colores y el perfume a limón fresco reciben al visitante apenas cruza la puerta. Central Cevichería ha logrado algo poco común: capturar la esencia de la costa y servirla con autenticidad. En un espacio amplio y vibrante, donde las paredes recuerdan redes marinas y boyas pesqueras, la hospitalidad se convierte en protagonista tanto como los platos.

Sabores que evocan orilla y memoria
El recorrido comienza con un ceviche caribe que rehúye lo estridente del picante para apostar por la armonía. La suavidad del suero costeño abraza el frescor del pescado y la cebolla roja, mientras los maduritos fritos se convierten en un contrapunto dulce que recuerda la cocina hogareña del litoral. Una entrada que, sin alardes, prepara el paladar para lo que vendrá.
El siguiente paso eleva el tono: los langostinos al titote se presentan como un homenaje al mar en su estado más puro. La mantequilla infusionada con limón y cilantro revela notas cítricas delicadas, mientras el arroz absorbido en ese mismo fondo captura el espíritu de una técnica simple y esencial. Nada sobra; todo está en equilibrio.


El fuego y la precisión en la brasa
La experiencia continúa con un filete de pescado a la brasa, servido entero, con piel dorada y crujiente. La salsa anticuchera despliega un carácter especiado que se suaviza gracias al pico de gallo de piña asada. Es una combinación inesperada que encuentra en la acidez de la fruta su mejor aliado, refrescando y limpiando el paladar. La cocción precisa conserva la humedad de la carne, un gesto que revela oficio en la parrilla.
El cierre dulce llega con la milhoja de arequipe, un juego de capas que alterna texturas crujientes y cremosas. La delicadeza del chantilly se mezcla con la intensidad del arequipe en una sinfonía local reinterpretada con técnica clásica, recordando que la repostería también puede ser un puente entre tradición y modernidad.

Un lugar pensado para celebrar en compañía
Más allá de la cocina, Central entiende que comer es un acto compartido. El servicio, atento y ágil, refuerza la calidez del espacio, donde las mesas amplias y la música alegre favorecen largas sobremesas. Aquí, la generosidad se mide no solo en las porciones, sino en la sensación de estar en un entorno donde la conversación fluye sin prisa.
Cada detalle —desde la decoración marinera hasta la cadencia de los ritmos costeños— está diseñado para transportar a los comensales. No es un simulacro turístico, sino una evocación auténtica que permite escapar del ruido citadino y sumergirse, aunque sea por unas horas, en la vitalidad de la costa.
En un panorama gastronómico que a menudo busca sofisticación a través de la complejidad, Central demuestra que la autenticidad es suficiente. Con ingredientes frescos, técnicas precisas y un ambiente que respira alegría, este restaurante logra lo esencial: traer productos deliciosos y convertir cada visita en un recuerdo compartido.
Escribe: Romina Polti