Tatá Rooftop es un espacio que ha logrado consolidarse como un referente gastronómico en Ica. Fundado por el chef Eduardo Uribe, este rooftop surgido en plena pandemia aprovechó la necesidad de espacios abiertos y bien ventilados para ofrecer una experiencia culinaria que combina la brasa con un toque de lujo. «Era un espacio al aire libre en el cuarto piso del restaurante Mc Grill, había unos cuantos muebles, y siempre subía con un café para mirar las calles. En ese momento empecé a imaginar qué podría hacer aquí».

Homenaje a la infancia y tradición familiar
El nombre Tatá proviene de un homenaje a la infancia del abuelo materno, el maestro Miguel Gómez, quien tenía una carpintería, tenía plantas y criaba animales en el último piso de su casa. «Queríamos representar ese momento en este espacio, con la madera y la calidez como elementos principales». La brasa no solo es una técnica de cocción en Tatá, sino un símbolo de tradición, inspirado también en la costumbre iqueña de quemar muñecos rellenos de aserrín en año nuevo.
Una propuesta gastronómica diferenciada
Tatá Rooftop se distingue por una carta que abarca mucho más que parrillas. «No queremos que nos encasillen como un restaurante de pizzas o parrillas», explica el chef. La propuesta incluye parrilla animal, marina y vegetal, además de ahumados en largo proceso, como brisket y bondiola. La charcutería artesanal también es una de sus apuestas, con productos como jamón de pato, jamón artesanal, jamón del país, pastrami y tocino, todo elaborado en el restaurante Tatá.


Coctelería con identidad propia
La innovación no solo está en la cocina, sino también en la barra. Tatá ofrece cócteles que van más allá de lo convencional, acompañados de «garnish» comestibles que realzan la experiencia. «Cada coctel tiene un maridaje con su garnish», señala el chef Eduardo Uribe. Ejemplos de ello son el negroni con una loncha de pastrami y el Georgian Breakfast, con whisky, miel de maple y espresso, servido con tocino caramelizado.


Evolución constante
El mercado de Ica ha respondido bien a la propuesta de Tatá, aunque esto no ha detenido la evolución del restaurante. «Cambiamos de carta cuatro veces al año, siempre queremos dar algo nuevo y mejorar», comenta el fundador. Esta dinámica les permite ajustar la oferta según la demanda y mantenerse en constante innovación.
Arquitectura y diseño que destacan
El rooftop también llama la atención por su diseño, que fusiona la estética acogedora con toques de sofisticación. El chef explica que el proceso de diseño fué de aprendizaje continuo, ajustándose a las necesidades del espacio y la propuesta culinaria.


Tatá Rooftop es, sin duda, un ejemplo de cómo la pasión por la gastronomía, la innovación y el respeto por la tradición pueden converger en un espacio único, ofreciendo una experiencia inolvidable en el corazón de Ica.