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D’Tinto & Bife: Heredar el fuego, reinventar la tradición

En esta entrevista exclusiva para Signature, Jerek Bohl —empresario y heredero del proyecto familiar— revela los pilares que han sostenido el crecimiento de D’Tinto & Bife: una cocina de alto nivel, un concepto arquitectónico coherente y una visión empresarial forjada con paciencia y carácter.

La carne como punto de partida, no de llegada

No es simplemente un restaurante especializado en carnes. Es una marca que ha sabido transformar un producto icónico en una experiencia integral, donde el sabor se entrelaza con el diseño, la herencia familiar se convierte en estructura organizativa, y la gastronomía encarna ocasión y significado.

Lo que comenzó como un proyecto centrado en la excelencia del insumo ha evolucionado —con tres locales y casi dos décadas de trayectoria— en un referente del rubro cárnico en Lima, distinguiéndose tanto por lo que presenta en la mesa como por la atmósfera que crea a su alrededor: hospitalidad, consistencia, identidad.

Raíces familiares, ejecución profesional

Su origen está anclado en una historia compartida. Su fundador, padre de Jerek Bohl, inició el negocio hace 19 años con el apoyo de un socio argentino, y fue ese vínculo inicial el que sentó las bases de una tradición que hoy se proyecta con fuerza. “Mi papá me transmitió todo lo que aprendió, y ahora trabajamos juntos para consolidar este camino”, afirma.

Lejos de limitar la evolución del proyecto, la relación familiar ha fortalecido su estructura. Ha sido el cimiento de una cultura de mejora constante, donde el crecimiento no se persigue por impulso, sino por convicción.

Precisión operativa y compromiso con la calidad

En un contexto en el que el mercado de carnes crece y se diversifica, apuestan por una propuesta que privilegia la estabilidad. “El cliente peruano asocia la carne con celebración. Llega con expectativas altas, y tenemos que responder siempre a ese nivel”, sostiene.

Por eso, han implementado un sistema de control y estandarización que garantiza que cada plato conserve su identidad, sin importar la sede. Esta metodología les permitiría incluso abrir franquicias en el futuro: ya cuentan con los manuales y procesos documentados. Aun así, la prioridad actual es afianzar su reputación.

Una carta que escucha, evoluciona y perdura

A diferencia de propuestas que se reinventan cada estación, su carta ha madurado con los años. Ha crecido desde la escucha atenta, el ensayo culinario y la respuesta del comensal. Platos emblemáticos como el Tomahawk para dos expresan ese espíritu: generoso, directo, inolvidable.

La selección de carnes de origen americano y argentino convive con acompañamientos pensados, pastas bien logradas y una coctelería sutil. El vino, presente en todas las sedes, no cumple un rol decorativo sino que articula la experiencia aún más.

Diseño con carácter: espacios que narran

La experiencia de marca no se limita al paladar. Cada uno de sus tres locales responde a una lógica de diseño que apuesta por la coherencia estética: maderas nobles, iluminación cálida, mobiliario seleccionado con criterio. Desde San Isidro hasta San Borja, pasando por Miraflores, cada espacio busca transmitir la misma sensación de pertenencia.

“Queremos que el cliente reconozca la esencia sin importar en cuál local esté. Que sienta que está viviendo la misma experiencia de manera consistente”, explica. Esa fidelidad visual y conceptual forma parte del valor agregado de la marca.

Una visión sin urgencias, con claridad

Pese a contar con una estructura lista para replicarse, han optado por consolidar antes que expandirse. “Buscamos profundidad antes que amplitud. Queremos que más personas nos conozcan, sí, pero sin comprometer lo que hemos construido”, comenta.

Este enfoque revela una filosofía poco habitual en tiempos de crecimiento acelerado: no más locales, sino mejores experiencias. No más metros, sino más valor.

Un cierre con invitación incluida

Antes de concluir, Jerek comparte un mensaje con los lectores de Signature: “Nuestros espacios están pensados para brindar una gran experiencia. Desde el ambiente hasta el servicio, pasando por cada detalle en el plato, todo está diseñado para que quien nos visite tenga una noche memorable”.

No es solo una declaración. Es la consecuencia de un modelo que ha entendido que el lujo real no se exhibe: se vive. Porque D’Tinto & Bife no solo sirve carne: ofrece oficio, cuidado y una experiencia que deja huella sin necesidad de estridencias.

Redacción: Anghelo Basauri Escudero