En el silencio de un escenario, un gesto puede ser más elocuente que un truco. Esa fue la primera lección que Bruno Tarnecci descubrió en su propio viaje: la magia no se agotaba en el artificio técnico, sino en la emoción que podía encenderse entre una mirada y un suspiro. Hoy, en una entrevista exclusiva para Signature, tras recorrer continentes y festivales, su nombre resuena como uno de los referentes peruanos más visibles en la escena internacional de la magia contemporánea.

Un estilo que se escribe con raíces y alas
“Mi viaje en la magia comenzó como un juego de asombro, con manos inquietas que buscaban dominar lo imposible. Desde mis inicios en La Tarumba o en Fantástica Circo, con el tiempo descubrí que la verdadera esencia no estaba en el truco, sino en la historia que podía contarse entre un gesto y una mirada. Y así empecé a aprender de maestros como Fantasio, Finn Jon, Tamariz entre otros.”
El camino de Bruno fue una alquimia lenta: primero la disciplina rigurosa de la técnica, luego la exploración de universos más íntimos y narrativos. “Cada etapa fue como una alquimia: la precisión me dio raíces, la búsqueda estética me abrió alas, y hoy mi estilo es un espejo donde se cruzan la elegancia, lo poético y lo contemporáneo. Estoy muy agradecido a mis maestros fuera y dentro de la escena: Sandro Gamarra, Fernando Zevallos, Fiorella Mas y Amador Ballumbrosio.”

El lenguaje secreto de cada público
Actuar en escenarios lejanos fue descubrir que la magia no se repite: se transforma. “Actuar en distintos continentes me reveló que la magia, aunque universal, se viste con matices propios en cada cultura. En China sentí la fascinación por la disciplina ancestral; en el Magic Castle, la veneración por la tradición y la ilusión convertida en arte. Esos escenarios me enseñaron que el verdadero reto no es mostrar un efecto, sino tocar la sensibilidad única de cada público. Fue un aprendizaje de escucha y adaptación: comprender que la magia viaja más allá de las palabras, y que en el silencio compartido de la sorpresa todos nos volvemos iguales.”
Ese recorrido no lo aparta de sus raíces. “Aparte de sentirme orgulloso de ser peruano, y llevar mi arte y el nombre de mi país a tan grandes escenarios. A propósito estoy a punto de subirme a un avión en unas horas y regresar a China a uno de los mayores festivales del mundo contratado con mi espectáculo. Mucha adrenalina, y orgullo por mi magia.”

Festivales como ritos de paso
En cada competencia, lo que parecía un desafío técnico terminó siendo un aprendizaje humano. “Las competencias y festivales fueron espejos y faros en mi recorrido. En ellos, la magia se vuelve un idioma común, un espacio donde se cruzan caminos de soñadores que dedican su vida a lo imposible. Más allá de los premios, lo transformador fue el encuentro: maestros que antes veía lejanos se volvieron cercanos, colegas que convirtieron la rivalidad en inspiración.”
Pero también hubo escenarios que marcaron un antes y un después. “Cada festival fue como un rito de paso, una confirmación de que el arte no se perfecciona en soledad, sino en comunidad. Y bueno por otro lado estos festivales me abrieron las puertas y contratos muy grandes como el Circo Price de Madrid, un mes de temporada, 30 shows en el Festival Internacional de Magia para 30 mil personas. Una locura. El año pasado gané el premio nacional y fue una maravilla. Y este año quedé entre los 10 primeros del mundo en el mundial en Italia.”

Un mapa de constelaciones y futuros posibles
Mirando hacia atrás, Tarnecci encuentra hitos que forman constelaciones. “Al mirar atrás, reconozco hitos que se convirtieron en constelaciones de mi mapa: los primeros escenarios internacionales, la emoción de representar al Perú ante el mundo, y la magia de pisar tablas legendarias donde la ilusión respira desde hace décadas. Pero sé que lo más fascinante siempre está por venir. El futuro me invita a explorar nuevas fronteras: integrar la magia con otras artes, tejer experiencias que sean más que un truco, y abrir caminos para que otros artistas peruanos brillen en la escena internacional. Mi anhelo es que cada espectáculo sea un viaje poético, donde el público no solo vea lo imposible, sino que lo sienta como parte de sí mismo.”
Esa búsqueda no descansa. “Así que por ahora vivo en bajando mi espectáculo y dándole forma a mis nuevos actos. Me encantaría hacer espectáculos de magia en Perú, pero siempre hay complicaciones coyunturales o sociales que hacen que todo sea un trámite. Por eso estoy por el mundo, donde me llaman y donde hay un espacio para la magia.”
El mago Bruno Tarnecci lo sabe: la ilusión no está en las cartas ni en los objetos, sino en ese instante suspendido en que un auditorio entero cree, por un segundo, que lo imposible existe.
Escribe: Nataly Vásquez