La noche limeña del 18 de septiembre tuvo un aire distinto en San Isidro. Entre luces tenues, música en vivo y aromas que evocaban mercados lejanos, el restaurante Song celebró su primer aniversario. El espacio se vistió con símbolos de la China imperial, recordando a los invitados que la gastronomía también puede ser un acto de memoria. Allí, entre copas que brillaban como faroles y platos concebidos como piezas de arte, se reafirmó lo que Song ha buscado desde el inicio: convertir cada visita en un ritual cultural.



Donde la tradición se encuentra con la modernidad
Inspirado en la Dinastía Song, el restaurante propone más que una carta: una narrativa. Cada plato, concebido por el chef Félix Loo y su equipo de maestros chinos, combina técnicas ancestrales con presentaciones contemporáneas, logrando que la tradición se experimente en clave moderna. No se trata solo de comer, sino de participar de un puente cultural que une a Lima con una de las cocinas más influyentes del mundo.
El espacio mismo responde a esa lógica: sofisticação contenida, detalles que dialogan con la historia y un ambiente que parece suspendido entre dos tiempos. Como señaló Loo durante la velada: “Para nosotros, Song es más que un restaurante: es un puente cultural que conecta a Lima con la riqueza de China”.




Una celebración que se convierte en manifiesto
El aniversario no fue únicamente un festejo. Fue una declaración de principios. Song reafirmó su vocación por el detalle: desde la puesta en escena hasta el servicio, desde un gesto del anfitrión hasta la cadencia del último bocado. Los invitados fueron testigos de lo que la marca defiende: experiencias que trascienden lo gastronómico, que se recuerdan tanto por lo que se saborea como por lo que se siente.
Hubo momentos íntimos de contemplación y otros de júbilo colectivo; juntos componían la esencia de un espacio que entiende la hospitalidad como un arte.





Un año después de abrir sus puertas, Song se presenta no solo como un restaurante, sino como un símbolo de elegancia, memoria y futuro. Su promesa es clara: seguir explorando la riqueza de la cultura china en Lima, consolidando un destino donde la tradición no se preserva en vitrinas, sino que se reinventa cada noche en la mesa.
Escribe: Nataly Vásquez