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Samsung: El smartphone premium pensado para usarse sin miedo

No todas las innovaciones nacen para deslumbrar desde la distancia. Algunas, como el Galaxy S25 FE, buscan otro tipo de gloria: la que se gana en el bolsillo, en la rutina, en el gesto silencioso de quien cambia de dispositivo y descubre que lo extraordinario también puede ser cotidiano. Samsung lo presenta como su modelo más accesible dentro de la serie premium, pero reducirlo a esa frase sería minimizar su verdadero manifiesto: democratizar la alta tecnología sin diluir el deseo.

Delgado como un reflejo, potente como una promesa

La primera impresión no reside en los números. Sí, hay pantalla de 6.7 pulgadas, tasa de refresco de 120Hz y 1,900 nits de brillo, pero lo verdaderamente revelador es lo que generan: la sensación de estar frente a un objeto pensado para convivir con el movimiento. El refinamiento no grita; acompasa. Incluso cuando el usuario lo lleva al límite —videojuegos, edición, multitarea— el dispositivo responde con la calma de quien sabe que el poder no necesita exhibirse.

Su sistema de cámaras sigue la misma lógica. 50MP, telefoto, gran angular, cámara frontal de 12MP: cifras esperadas para un flagship. Lo inesperado es el modo en que la Inteligencia Artificial convierte cada captura en un pequeño acto de edición emocional, reconociendo rostros, limpiando cielos, reconstruyendo escenas con precisión editorial. No documenta; interpreta.

Seguridad como patrimonio, no como promesa

En un contexto donde el ciclo de obsolescencia se acelera cada año, Samsung decide contradecir la urgencia. Siete años de actualizaciones de software y siete años de seguridad no son un beneficio técnico: son una declaración ética. La confianza ya no reside en lo que un smartphone puede hacer hoy, sino en lo que seguirá garantizando cuando el entusiasmo inicial se diluya. Knox no protege solo archivos, protege memoria.

Cuando la marca deja de hablarle al consumidor y comienza a hablarle a su niño interior

Quizá lo más inesperado del lanzamiento no estuvo en las especificaciones, sino en la alianza con Pokémon GO. Convertir las tiendas Samsung en Poképaradas es mucho más que una estrategia comercial: es un guiño generacional, un recordatorio de que la relación con la tecnología no es únicamente funcional, sino afectiva. En tiempos de hipertecnificación, permitir que la nostalgia entre en el circuito también es innovación.

Y como si la sorpresa necesitara un segundo acto, Samsung adelantó otra colaboración improbable: Gloria, la marca láctea más emblemática del país. No hay detalles, apenas una promesa: la tecnología se encontrará con la memoria colectiva peruana. Nadie sabe en qué formato. Todos quieren saberlo.

El Galaxy S25 FE no pretende ser el smartphone más poderoso del mercado. Pretende algo más complejo: ser el más aceptado, el más usado, el más vivido. Porque al final, la verdadera innovación no siempre se mide en benchmarks. Se mide en pertenencia.

Escribe y fotos: Nasim Mubarak