Columna: Radar Legal
Escribe: Karol Boza
En mi más reciente viaje a Madrid, durante una enriquecedora visita a la sede central del Banco Santander, tuve la oportunidad de adentrarme en un enfoque empresarial que, si bien aún no goza de amplia difusión en el Perú, viene marcando la pauta en los principales mercados internacionales: los criterios ESG (Environmental, Social and Governance). Este modelo surge de la necesidad de evaluar a las empresas no solo por su rentabilidad económica, sino también por su impacto en el medio ambiente, su responsabilidad social y la solidez de su gobernanza corporativa.
Una actitud responsable y sostenible frente a la sociedad, los grupos de interés y el medio ambiente ha dejado de ser una opción para convertirse en una exigencia creciente por parte de los consumidores y del mercado en general. En este contexto, los criterios ESG (Environmental, Social and Governance) adquieren un rol protagónico, no solo como elementos éticos, sino como factores estratégicos que incrementan la competitividad de las empresas. A continuación, explicaré por qué estos criterios se han vuelto fundamentales para atraer a un mayor número de inversores en un entorno cada vez más exigente, y cómo están integrados de manera transversal en los diversos procesos productivos.
En Europa se está consolidando una tendencia significativa: los consumidores de bienes y servicios ya no se guían únicamente por factores tradicionales como el precio, la duración o la funcionalidad del producto. Esa lógica ha quedado atrás. Hoy, el consumidor moderno adopta una mirada mucho más amplia y consciente, interesándose por aspectos como quién fabrica el producto, cómo opera la empresa, cuál es el origen y el método de extracción de los recursos utilizados, cómo se desarrolla el proceso de manufactura, y, sobre todo, cuál es el impacto ambiental y social que genera dicha actividad. Esta evolución en el comportamiento del consumidor refleja una demanda creciente por transparencia, sostenibilidad y responsabilidad empresarial.
Para ello es imprescindible responder la siguiente interrogante, pero también para cumplir con diferentes normativas aprovechar los nuevos modelos de negocios para adaptarse a las nuevas tendencias corporativas es por ello que adoptaron nuevas palabras como el concepto de sostenibilidad. Ello a través del concepto del criterio ESG.
Los criterios ESG representan una visión integral de sostenibilidad en los negocios, que trasciende la mera rentabilidad o el éxito financiero. Se trata de un enfoque estratégico que coloca en el centro de la gestión empresarial el bienestar de la sociedad, el respeto al medio ambiente y una gobernanza sólida y ética.
El primer pilar, Environmental, aborda el impacto directo e indirecto que una empresa genera sobre el medio ambiente. Este se evalúa a través de indicadores como la huella de carbono, el consumo de recursos naturales o la generación de residuos. A partir de esta información, las compañías adoptan medidas estratégicas para minimizar, mitigar o incluso eliminar los efectos negativos de sus operaciones, integrando así la sostenibilidad ambiental como parte esencial de su modelo de negocio.
El segundo pilar, Social, se centra en la relación que las empresas establecen con las personas y comunidades en las que operan. Este componente evalúa cómo la actividad empresarial contribuye al desarrollo social, generando impactos positivos en aspectos clave como la empleabilidad, la creación de un entorno laboral seguro y saludable, el respeto de los derechos laborales, la equidad, la inclusión y la mejora de la calidad de vida de sus trabajadores y del entorno social en general. En esencia, este pilar busca asegurar que el crecimiento empresarial vaya de la mano con el bienestar humano y el compromiso con una sociedad más justa y cohesionada.
El tercer pilar, Governance, es de vital importancia, ya que se refiere a la forma en que una empresa es dirigida, gestionada y controlada. Este aspecto abarca la transparencia en la toma de decisiones, la composición y funcionamiento del directorio, la protección de datos, la integridad en los procesos internos, así como la promoción de valores éticos y una cultura corporativa sólida. Una buena gobernanza no solo fortalece la confianza de los inversores y demás grupos de interés, sino que también garantiza que la organización actúe con responsabilidad, equidad y en cumplimiento de sus compromisos institucionales.
Es relevante precisar que dichos criterios llevan años de creación sin embargo su impacto no había sido conocido hasta ahora el cual tiene una incidencia imprescindible en grandes empresas de hoy en día.
¿Por qué las organizaciones deben cumplir con los criterios ESG?
En un mundo cada vez más globalizado y en constante evolución, las empresas se enfrentan al reto de diferenciarse en un mercado altamente competitivo, al tiempo que deben adaptarse a las crecientes exigencias de los consumidores. Esta transformación, aunque implica un esfuerzo significativo para las organizaciones, representa una evolución natural hacia modelos de negocio más sostenibles. Lejos de ser una carga, esta adaptación ofrece múltiples ventajas, más allá del impacto social y ambiental positivo, como el fortalecimiento de la reputación corporativa, la atracción de inversores responsables y una mayor fidelización del cliente consciente.
Este proceso de cambio, que ya no es opcional sino obligatorio, viene acompañado de una creciente regulación tanto a nivel nacional como desde la Unión Europea, alineándose con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Estas normativas buscan garantizar que las empresas adopten prácticas responsables y sostenibles, integrando los criterios ESG en sus operaciones como un estándar que trasciende la voluntad individual para convertirse en un compromiso global con el desarrollo equitativo, ambientalmente responsable y socialmente inclusivo.
El primer gran beneficio que obtienen las empresas al incorporar los criterios ESG es de carácter reputacional. La mejora en su imagen corporativa genera mayor confianza entre los consumidores, aliados estratégicos y, sobre todo, entre los inversores. De hecho, los inversionistas institucionales y fondos de inversión cada vez exigen con mayor firmeza que las compañías adopten estos estándares como parte de su evolución natural hacia modelos sostenibles.
Además, este compromiso con la sostenibilidad abre la puerta al acceso a subvenciones y mecanismos de financiamiento verde. En Europa, por ejemplo, destaca el llamado “bono verde” impulsado por el Banco Mundial, una herramienta financiera destinada a respaldar proyectos que contribuyan a la gestión de la crisis climática y social. Esta iniciativa refleja una tendencia creciente: gobiernos, instituciones públicas y actores del sector privado se suman con mayor convicción a este esfuerzo global, reconociendo que la sostenibilidad ya no es solo una opción ética, sino una estrategia clave para la resiliencia y competitividad empresarial.
En conclusión, adoptar los criterios ESG no solo posiciona a las empresas como agentes responsables y comprometidos con el entorno, sino que les brinda una ventaja competitiva real en un mercado cada vez más exigente y consciente. Ignorar esta transformación equivale a quedar rezagado en un mundo donde el desarrollo económico ya no puede estar desligado del impacto social y ambiental. El futuro pertenece a quienes integran la sostenibilidad en el corazón de su estrategia empresarial.
Biografía
Karol Boza. Abogada con Máster en Derecho de Empresarial por la Universidad de Lima. Especialista en derecho corporativo y regulación, analiza el impacto normativo en el sector empresarial con un enfoque crítico y aplicado. Sus columnas abordan temas de derecho económico y regulatorio, ofreciendo una visión especializada sobre el entorno legal y sus implicancias en los negocios.
