La coach y formadora de líderes revela por qué el liderazgo auténtico, la inteligencia emocional y el propósito personal son hoy el motor más poderoso para transformar equipos y dejar huella en la sociedad.
El nuevo rostro del liderazgo
En un mundo empresarial marcado por la incertidumbre y el cambio constante, Carla Olivieri habla sin rodeos: el liderazgo que sobrevive no es el que impone, sino el que inspira desde la verdad interior. Para ella, un líder auténtico no solo dirige procesos, sino que lidera personas, las desarrolla y cuida. “El propósito y la cultura no son frases en una página web; se viven en cada decisión y comportamiento”, afirma.
En su visión, el liderazgo auténtico nace de la preocupación genuina por los demás. Cuando un colaborador siente que es visto, valorado y escuchado, está dispuesto a dar más allá de su manual de funciones, incluso en tiempos de crisis.

Habilidades blandas, el músculo invisible de las organizaciones
Olivieri sostiene que, hoy más que nunca, las empresas necesitan equipos resilientes capaces de adaptarse y anticiparse. Para lograrlo, identifica competencias clave:
- Growth Mindset o mentalidad de crecimiento: la curiosidad permanente y la disposición a aprender.
- Pensamiento crítico: ir más allá de lo obvio para encontrar soluciones reales a problemas reales.
- Disciplina: cumplir con lo que se debe hacer, con o sin motivación externa.
- Estoicismo: vivir con sabiduría, justicia, coraje y templanza.
Pero por encima de todas, destaca el autoconocimiento como el cimiento de cualquier liderazgo. “Si quieres lograr cosas increíbles, primero debes creerte capaz de lograrlas”, sentencia.
Inteligencia emocional: Liderar las emociones antes que las personas
Para Olivieri, todo líder es, en esencia, un “gerente general de emociones”. Primero, de las suyas; luego, de las de su equipo. Conectar e inspirar requiere empatía hacia uno mismo y hacia los demás, así como la capacidad de leer el momento exacto para decidir, dialogar o resolver un conflicto.
Conocer a cada miembro del equipo no es un lujo, sino una inversión: “Un líder debe ayudar a destrabar el potencial de las personas y mostrarles lo que son capaces de lograr”.

Del propósito corporativo al propósito personal
En su mensaje final, Olivieri lanza una reflexión potente: ser buenos líderes no basta; debemos aspirar a trascender. Cree que todo ser humano tiene el deber de identificar su propósito personal, aquella fuerza interna que nos saca del modo automático y nos impulsa a dejar huella en los demás.
“Cuando algo te mueve por dentro, harás todo lo posible por exteriorizarlo y contagiarlo”, asegura. En su experiencia, quienes descubren ese propósito multiplican su motivación y se convierten en catalizadores de cambio dentro y fuera de su organización.

Escribe: Jade Bermeo