Hay lanzamientos que no esperan al futuro: lo convocan. Este 09 de octubre, la boutique de HUGO en Jockey Plaza no funcionó como tienda, sino como portal. El sonido era grave, metálico, casi industrial; las luces, precisas como una fotografía editorial; el aire, una mezcla calculada entre rebeldía contenida y elegancia en tensión. No se trataba de presentar ropa, sino de declarar postura. SPRING 25 no llegó como colección, sino como manifiesto.



Moda en clave de latido
Las cápsulas HUGO RED, HUGO BLUE y HUGO X RED BULL RACING fueron el centro de la escena, cada una con su ritmo, su temperatura, su tipo de gravedad. Siluetas relajadas, tejidos que parecían moverse antes que el cuerpo, tonos eléctricos cuidadosamente dosificados: la estética no gritaba; pulsaba. Entre activaciones de Diners Club y la energía sostenida de Red Bull, la experiencia se percibía más cercana a un live set que a una presentación convencional. Todo estaba diseñado para una generación que no asiste a los eventos: los habita.



Una marca que ya no vende prendas, sino permisos
Porque HUGO ha entendido algo esencial: en tiempos de exceso visual, lo verdaderamente audaz es la autenticidad. No la autenticidad ingenua, sino la construida, la que se escribe con decisiones estéticas conscientes. Esta colección no busca convencer; habilita. No viste cuerpos, sino narrativas.
Al salir, uno no se lleva una bolsa. Se lleva una certeza silenciosa: el estilo, bien entendido, no es ornamento. Es declaración.



Escribe: Nataly Vásquez