En Lima, el año 2024 marcó el inicio de una historia que parecía escrita en la memoria de la tierra. Dos geólogos, un canadiense y un estadounidense que conocían al Perú desde hacía más de dos décadas, decidieron transformar su vínculo con este país en algo tangible: una destilería que es, al mismo tiempo, homenaje y manifiesto. No se trataba de producir licores, sino de embotellar identidad, herencia y resiliencia.

El símbolo del pico y la promesa de un país
En el corazón de Lima Distillery Co. se levanta un emblema: el pico. No es solo un logotipo, sino un recordatorio de lo que sostiene cada botella: trabajo duro, perseverancia y la memoria colectiva del Perú. La marca se concibe como un puente cultural, con la ambición de proyectar al país en el mapa mundial de los destilados, tal como lo ha hecho su gastronomía en los últimos años.
Para alcanzar esa visión convocaron a Anthony Marinese, maestro destilador californiano con más de quince años de trayectoria en el universo del whisky, y a Cristofer Zuñiga, especialista chileno que encontró en Lima un lugar para seguir perfeccionando su arte.

Artesanía y precisión en Lurín
La planta, construida en Lurín por artesanos y contratistas locales, es un espacio donde la sostenibilidad y la excelencia se entrelazan. Los granos que dan vida al whisky regresan al campo convertidos en alimento, cerrando un ciclo virtuoso entre la tierra y la destilería.
Los alambiques de cobre, diseñados por Marinese, conviven con sistemas modernos de control: tradición y tecnología en equilibrio. Es allí donde se forja el primer whisky de la casa, elaborado con maíz andino y reposado en barricas nuevas de roble americano. El resultado es un destilado con notas de caramelo, vainilla y un eco ahumado que traduce la esencia de la cordillera en un sorbo.

Un gin nacido de tres geografías
La búsqueda no se detiene en el whisky. Con el Gin 1535, la marca recorre la costa, la sierra y la selva, destilando 14 botánicos que encapsulan la riqueza del territorio. Sin filtrar, elegante y bebible, este gin se ha ganado ya un lugar en el mundo con reconocimientos en Londres y San Francisco. Su botella lleva grabado un muro inca, un homenaje en vidrio a la perfección intemporal de la piedra ancestral.

La luna como inspiración
El tercer espíritu de la casa es el más poético. El MOONSHINE peruano, inspirado en Mama Quilla, diosa inca de la luna, rescata la dulzura del maíz amarillo andino. Suave y luminoso, rinde tributo a la fortaleza de las mujeres que sostienen la historia. Es un destilado nacido en pequeños lotes, íntimo y ceremonial, que conecta con lo sagrado y lo cotidiano.
Más que una destilería, Lima Distillery Co. es un relato embotellado: una afirmación de que los destilados peruanos pueden ocupar un lugar de prestigio global. En tiempos donde los consumidores buscan autenticidad, artesanía y narrativas culturales, cada botella se convierte en una invitación a recorrer el Perú a través de sus sabores.


La historia apenas comienza, pero ya respira con la fuerza de una certeza: en cada trago de whisky, gin o moonshine late la idea de que el Perú no solo se saborea, también se destila.
Escribe: Nataly Vásquez