En un mundo donde las historias se miden por likes y vistas, Majo de Vettori construye su relato con calma y honestidad. Cada cucharada de Raggelato lleva la huella de su creadora, revelando lo que ocurre detrás del mostrador: los aciertos, los errores, las ideas que germinan y los logros que consolidan la marca. “En redes muestro lo que pasa detrás de Raggelato, tal cual es: el proceso, los errores, las ideas y los logros. Y eso hace que la marca se sienta más real”, confiesa. Para Majo, crear contenido y emprender son dos formas de narrar la misma historia: un relato construido con ganas, propósito y trabajo constante.
La comunidad digital que ha logrado formar no es solo un público; es un ecosistema de diálogo y complicidad, donde cada comentario y cada interacción se convierten en extensión de la identidad de Raggelato. La marca no se limita a un producto, sino que respira y se humaniza a través de la mirada de su fundadora.

La viralidad que enseñó autenticidad
El primer gran impulso de Raggelato llegó de manera inesperada. Un video espontáneo, sin guion, capturó la atención de miles y se volvió viral en cuestión de horas. Para Majo, aquel momento fue un punto de inflexión: “Aprendí que la autenticidad tiene poder. Ese video fue totalmente espontáneo y terminó marcando un antes y un después. Me hizo entender que las historias reales son las que conectan de verdad”.
Desde entonces, su estrategia combina naturalidad y constancia, equilibrando la frescura de lo orgánico con la estructura de un crecimiento sostenido. Cada publicación, cada historia compartida en redes, busca mantener la cercanía con su comunidad sin perder la esencia que convirtió a Raggelato en fenómeno. La viralidad no solo abrió puertas; enseñó que la verdad y la honestidad siguen siendo los motores más poderosos para construir marca.


El universo sensorial de Raggelato
Entrar a una tienda Raggelato es experimentar un mundo cuidadosamente diseñado. Los colores, la luz, la música y la presentación del helado se combinan para crear un espacio donde cada detalle comunica algo más que sabor: transmite visión, inspiración y cuidado artesanal. “Soy bien visual, me fijo en todo: en los ingredientes, en la presentación del helado, en la música, en la luz… para mí todo eso también comunica. Quiero que cuando alguien entre, sienta que está en un lugar pensado con cariño”, explica Majo.
Cada helado es un lienzo; cada aroma, una narrativa; cada textura, un gesto de sensibilidad. La estética de Raggelato no es superficial; es una extensión de la mirada de su fundadora, donde lo cotidiano se transforma en experiencia sensorial y emocional.

El éxito como camino y propósito
Hoy, con una marca consolidada y una presencia digital influyente, Majo redefine el concepto de éxito: no se mide solo en cifras ni expansión, sino en disfrutar el camino y mantener la esencia. “El éxito para mí es disfrutar el camino. Poder hacer lo que me gusta, con mi equipo y con todo lo que hemos aprendido en el proceso, ya es un logro enorme. Me emociona seguir creciendo y que Raggelato llegue a más países, pero sin perder la esencia con la que nació”, afirma.
En su mirada, cada proyecto, cada sabor, cada historia compartida, es un recordatorio de que lo auténtico y lo cuidado pueden coexistir. Raggelato no solo ofrece helado: ofrece un universo donde la artesanía, la estética y la honestidad digital se encuentran, y donde la influencia se mide por la capacidad de transformar la experiencia cotidiana en algo memorable.
Escribe: Nataly Vásquez