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NOMOS Hotel: Arquitectura monástica que resignifica el hospedaje en Roma

Roma tiene el don de confrontar al viajero con el tiempo. No como una línea que avanza, sino como una superposición de capas: piedra sobre piedra, silencio sobre historia. Entre esas capas, en el corazón del Rione Regola, se alza NOMOS Hotel, un antiguo monasterio franciscano del siglo XVIII que ha encontrado en la hospitalidad contemporánea una nueva forma de oración.

No es un lugar para dormir; es un lugar para detenerse. Basta cruzar el portón de madera envejecida para sentir cómo el ritmo se desacelera. El sonido del patio interior —una fuente restaurada que deja caer el agua como si rezara en latín— invita a bajar la voz, a caminar con cierta reverencia. De pronto, la Roma estridente del exterior se convierte en una idea lejana, casi abstracta.

Historia en piedra, quietud en lino

Las Raw Rooms, diseñadas por el artista-artesano HENRYTIMI, son espacios donde el lujo no se exhibe: se intuye. No hay dorados ni terciopelos. Hay travertino desnudo, lino crudo, maderas sin barniz. Todo parece recién tallado y, al mismo tiempo, rescatado de otra era. Se entra con maletas; se sale con una conciencia distinta del silencio.

En un hotel clásico uno busca vistas. Aquí, en cambio, se busca textura. La habitación no mira hacia afuera: invita a mirar hacia adentro.

El sabor como revelación

Quien crea que ya lo ha probado todo en Roma, no ha pasado por NOMOS ANTE. Bajo la dirección del chef Giulio Zoli, la cocina italiana se expresa con claridad quirúrgica, pero sin solemnidad. Las salsas —famosas entre quienes saben de salsas— no actúan como acompañamiento sino como argumento. Comer aquí no es un acto social: es una conversación con el territorio.

Un santuario bajo tierra

Y cuando el cuerpo pide descanso, espera abajo la Relax Room, una cámara subterránea consagrada a los cuatro elementos. Piedra, agua, fuego y aire se manifiestan sin artificio. No es un spa; es una especie de retorno al origen. Algunos entran tensos. Todos salen distintos.

Nomos no es un hotel para quien busca simple comodidad. Es para quien colecciona atmósferas, no souvenirs. Para el viajero que entiende que hay ciudades que se conquistan caminando… y otras que se comprenden solo en silencio.

Y Roma —la verdadera Roma— empieza aquí, donde un antiguo monasterio aún sigue enseñando a escuchar.

Escribe: Nataly Vásquez

Fotos: @sam.heysen