Hay memorias que no caben en una fotografía, emociones que no se disuelven cuando la música se apaga ni cuando la última flor es retirada. En el universo de Paola Puerta, diseñadora de bodas y creadora de atmósferas sensoriales, cada celebración no es solo un evento: es un acto íntimo de traducción emocional. Lo suyo no es simplemente decorar, sino interpretar la esencia de una pareja y convertirla en un lenguaje visual que deja huella.

Diseñar desde el alma, no desde el molde
El trabajo de Paola Puerta no empieza con un moodboard ni termina con una paleta de colores. Comienza con una escucha profunda, casi ritual. En cada pareja que la busca hay una historia que necesita ser narrada con flores, texturas y luces. Y en ese relato, ella no impone, acompaña.
Diseñar, para ella, es “soñar junto a otros”. La sensibilidad se convierte en brújula, y el resultado, en una escenografía emocional. A veces sus creaciones son etéreas y románticas, otras veces teatrales y audaces, pero siempre tienen una raíz común: lo profundamente auténtico. En cada atmósfera que construye, lo visible es solo la superficie de una emoción compartida.
Estética con memoria: La belleza como eco interior
Más allá de tendencias o efímeras modas de temporada, Paola trabaja con otro tipo de tiempo: el de la memoria emocional. Cada flor elegida, cada tela dispuesta, cada sombra proyectada sobre la mesa tiene un motivo íntimo. La estética se convierte en eco de lo vivido, en reflejo de lo sentido.
Su filosofía se sostiene sobre una premisa poderosa: el equilibrio entre lo visual y lo emocional. La intuición —esa fuerza suave que se enciende cuando algo simplemente hace sentido— guía muchas de sus decisiones. Pero es la memoria, la acumulación de viajes, aromas, libros y gestos vividos, lo que permite que cada proyecto tenga profundidad, textura y resonancia.

Liderar una marca también es liderarse a una misma
Construir una marca con visión, coherencia y prestigio en un entorno competitivo como el de las bodas de alta gama no fue solo un desafío externo. Fue un proceso de reafirmación interna. Paola ha logrado algo que pocas marcas peruanas en su rubro alcanzan: mantener una identidad cálida y sofisticada, sin perder verdad en el camino.
En su trayecto, aprendió que liderar no es solo dirigir: es también sostenerse en lo propio. Proteger la sensibilidad como motor creativo, cuidar los vínculos humanos detrás de cada proyecto y crear desde un lugar íntimo, incluso en medio de la exigencia y el crecimiento. Ahí radica su excelencia, no solo en lo impecable de los resultados, sino en la ética silenciosa de su proceso.
Cuando lo instagrameable no basta: Diseñar para el alma
Paola Puerta entiende el poder de la imagen, pero no se subordina a él. En un mundo donde lo visual suele diseñarse para la validación externa, ella diseña para algo más profundo: la permanencia emocional. No busca que su trabajo se viralice, sino que vibre en quien lo vive.
Sí, cada una de sus bodas es visualmente deslumbrante. Pero esa no es la meta, es la consecuencia. Porque cuando una atmósfera nace de la emoción, la imagen cobra sentido más allá del algoritmo. Es allí donde su trabajo se vuelve atemporal: cuando lo estético no se explica, pero se siente.
Hay profesionales que ofrecen servicios. Y hay creadoras como Paola Puerta, que construyen experiencias que quedan suspendidas en el tiempo. Al cerrar los ojos, muchos no recordarán exactamente qué flor había sobre la mesa, pero sí cómo se sintieron en ese instante. Ese es su verdadero legado: demostrar que el diseño, cuando nace del alma, puede volverse una forma de amor que no se olvida.
Escribe: Jade Bermeo