Envuelta en el magnetismo de la noche, la nueva línea de Matt Couture desveló una visión intensa, elegante y audaz de la temporada invernal Otoño – Invierno 2025 , inspirada en el encanto oculto de París luego del anochecer.

Una escenografía de seducción textil
La noche limeña se rindió ante el fulgor de la alta costura en el momento en que, el pasado 7 de mayo, la casa iluminó el desfile del Club Palestino Árabe junto al estreno de su esperada propuesta “París la Nuit” Otoño-Invierno 2025. Con una puesta en escena envolvente y un concepto de belleza visual que reinterpretó los códigos de la elegancia contemporánea.
La firma liderada a través del visionario creador Matt Torres logró capturar la esencia de la capital francesa tras el ocaso, transportando al público por un universo de texturas contrastantes, colores intensos y contornos que desafiaron convenciones a partir de la primera aparición hasta la conclusión magistral.

Estética sin concesiones
Cada prenda resultó concebida a modo de acto teatral, una irrupción. El diálogo entre tonos sombríos y acentos metálicos definió el ritmo de la pasarela. No hubo espacio para la indiferencia: los materiales desfilaron como protagonistas seguros de su atractivo. Cuero trabajado a mano, encajes geométricos, brocados con aplicaciones minuciosas y gabardinas reinventadas se fusionaron con estructuras que equilibraban lo clásico y lo vanguardista.
El planteamiento no se limitó a los atuendos. La narrativa visual estuvo meticulosamente curada: desde el maquillaje que insinuaba sombras y luces de una ciudad despierta en penumbra, hasta la música, que acompañó cada aparición con pulsos electrónicos minimalistas. El estilismo reforzó la teatralidad, mientras el casting mostró una diversidad de cuerpos que celebró lo individual dentro de una visión cohesionada.

Un desenlace incendiario
Lo masculino y lo femenino se diluyeron con naturalidad en un discurso que apostó por la neutralidad sofisticada. vestimentas largas con caídas precisas, hombros marcados, cortes inesperados y capas fluidas llevaron al espectador por una travesía sensorial que iba más allá de lo estético.
Cuando el público pensaba haberlo presenciado todo, el gran final rompió el molde con un diseño en naranja encendido. Esta pieza, dramática y provocadora, sintetizó la energía acumulada durante toda la velada. Su estructura geométrica, el uso del color y la confianza con la que fue modelada sellaron la muestra con un aplauso sostenido.

Una visión que habla en clave nocturna
La colección no fue solo una sucesión de outfits; fue una declaración sobre cómo la oscuridad también puede revelar. El modisto limeño logra reinterpretar códigos tradicionales con una mirada osada, desafiando tendencias uniformes y apostando por una identidad visual cargada de matices. Lima, esta vez, no solo fue testigo: fue cómplice de una declaración de intenciones.
Torres se consolida como un esteta que construye desde lo atemporal, proyectando la moda como arte, lenguaje y presencia. En su universo, la noche parisina no duerme; se expresa en textiles, formas y silencios que perduran.
Redacción: Romina Polti Pimentel