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Platinum Capital: Mujeres al mando de la revolución financiera

En un país donde la volatilidad económica convive con una sorprendente capacidad de resiliencia, surge una firma que ha hecho de la confianza y la sofisticación sus principales activos. Platinum Capital, fundada en 2020 y dirigida por Claudia Macedo, celebra su quinto aniversario con una misión clara: transformar la manera en que los patrimonios peruanos se relacionan con la inversión.

Un equipo que redefine el patrimonio

Platinum nació con una decisión poco convencional en el mundo financiero: ser una boutique de asesoría compuesta íntegramente por mujeres. Desde esa perspectiva singular, el capital se entiende no solo como números en una hoja de balance, sino como la historia personal de cada cliente, la suma de años de trabajo, esfuerzo y sueños familiares. Lo que distingue a la firma es su énfasis en el acompañamiento humano: cada inversión no se plantea como una transacción aislada, sino como un recorrido conjunto hacia la construcción de patrimonio de largo plazo.

El modelo es claro. Mientras las entidades tradicionales suelen ofrecer productos estandarizados, Platinum abre acceso a un universo de inversiones alternativas y vehículos no disponibles en la oferta pública convencional. Esta amplitud de portafolio convierte a la firma en una ventana hacia retornos más competitivos, diversificados y sofisticados.

El valor de estar cerca, incluso cuando las papas queman

La verdadera diferencia, sin embargo, no está solo en la amplitud de productos, sino en el nivel de acompañamiento constante. Platinum ha aprendido a estar al lado de sus clientes no solo en tiempos de bonanza, sino en momentos de incertidumbre. La pandemia de 2020, seguida de la crisis inflacionaria de 2022, pusieron a prueba la capacidad del equipo para proteger capitales y migrar hacia opciones de menor riesgo. Aquellos años, lejos de debilitar a la firma, la consolidaron. De la adversidad surgió una relación más estrecha con los clientes, basada en la certeza de que nadie quedaría solo cuando los mercados ardían.

Democratizar lo sofisticado

Aunque sus clientes pertenecen al segmento de alto patrimonio, Platinum Capital ha demostrado que el acceso a la inversión no debe ser privilegio de unos pocos. Al abrir opciones desde tickets de 10,000 dólares, la firma ha contribuido a democratizar productos financieros sofisticados que antes estaban reservados a élites muy selectas. Esa visión conecta con un país que, pese a la inestabilidad política, mantiene indicadores económicos sólidos, un mercado resiliente y un potencial de inversión que aún sorprende incluso a quienes forman parte de él.

La educación como nuevo capital

Consciente de que el mayor obstáculo no siempre es la falta de recursos, sino la falta de información, Platinum prepara un nuevo frente: Platinum Education. Esta iniciativa busca llevar charlas y conferencias a empresas e instituciones, con el fin de democratizar la educación financiera en un país donde ni la escuela ni la universidad ofrecen herramientas para comprender el impacto de la inflación o la necesidad de anticipar el futuro. En esta visión, invertir deja de ser una apuesta azarosa y se convierte en una disciplina que protege a la familia frente al desgaste silencioso del tiempo.

Invertir para ganarle a la inflación

El mensaje de fondo es contundente: el verdadero riesgo no es equivocarse al invertir, sino no hacerlo. En un contexto donde la inflación erosiona lentamente el valor de los ahorros, la inversión se convierte en el único camino hacia la libertad financiera. Platinum, en ese sentido, se asume como un puente: un espacio donde el capital no es solo dinero, sino una herramienta de futuro, trabajada con rigor y sofisticación.

Cinco años después de su fundación, la firma celebra no solo su permanencia en un sector competitivo, sino su capacidad de transformar el vínculo entre el patrimonio y la confianza. En un país que ha atravesado ocho presidentes en seis años y que, sin embargo, sigue latiendo con fuerza económica, Platinum se alza como un recordatorio de que el verdadero capital no está en los números, sino en la capacidad de proteger, acompañar y multiplicar lo que más importa.

Escribe: Nataly Vásquez