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iShop: La reapertura que convierte el futuro en presente

La escena se abre en el Real Plaza Salaverry. No es solo una reapertura, es un manifiesto: un espacio donde la tecnología de Apple deja de ser objeto y se convierte en atmósfera. Cada superficie, cada línea de diseño, ha sido concebida para que la experiencia no se limite a la compra, sino que se transforme en un encuentro sensorial con la innovación.

Una tienda que piensa en experiencias

No se trata de vitrinas llenas de dispositivos, sino de un ecosistema inmersivo. Los visitantes encuentran asesoría personalizada, talleres para aprender lo esencial y lo avanzado, un laboratorio de servicio técnico certificado, e incluso un espacio diseñado para que pequeñas y medianas empresas descubran cómo Apple potencia sus operaciones. La nueva tienda iShop, con 243 m² de superficie, responde al formato Apple Premium Partner, ese estándar global que redefine lo que significa “entrar a una tienda”.

El valor invisible del servicio

Detrás de cada producto, hay un diferencial: el Trade In que permite entregar un equipo como parte de pago, el financiamiento hasta en 36 cuotas, el seguro total contra robos, y el soporte técnico avalado por Apple. No es solo accesibilidad: es seguridad, continuidad y confianza. En palabras de Juan Piccini, gerente país de iShop Perú, el objetivo es claro: “Cada visita debe ser un momento único”. Y lo es, porque el verdadero lujo no está en lo que se compra, sino en cómo se vive el proceso de elegirlo.

Comunidad, aprendizaje y cercanía

La innovación también se comparte. Los workshops y masterclasses con embajadores y expertos abren un espacio de diálogo donde la tecnología se vuelve más humana. Hacks, trucos, experiencias de uso: todo se orienta a que cada cliente descubra su propio modo de integrar el universo Apple a su vida diaria. En ese cruce entre sofisticación y cercanía, iShop marca una diferencia cultural que trasciende lo comercial.

En su 16.º aniversario en Perú, iShop celebra no con nostalgia, sino con expansión. La reapertura en Salaverry confirma que la marca ha dejado de ser un intermediario para convertirse en un puente entre Lima y el futuro. En esos metros de vidrio, madera y pantallas, la promesa se repite con la discreción de un gesto seguro: la tecnología, cuando se habita con sensibilidad, no es un lujo. Es un lenguaje.

Escribe y fotos: Nasim Mubarak