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Sustainable Cocktail Challengue: La consagración del espíritu de Flor de Caña

El 15 de septiembre, en el corazón de San Isidro, el lobby del Hotel Intercontinental se transformó en un escenario inesperado. No se trataba de un desfile ni de una feria gastronómica, sino de un ritual más íntimo y urgente: la final del Sustainable Cocktail Challenge Perú 2025, organizada por Flor de Caña, el ron que ha convertido la sostenibilidad en su identidad más profunda.

Un concurso que se bebe como manifiesto

Dieciocho bartenders de distintas ciudades del país se encontraron en Lima para presentar algo más que un cóctel. Sobre cada barra improvisada se desplegaban ingredientes naturales, técnicas de bajo impacto y gestos de ingenio orientados a lo mismo: reducir residuos, repensar el consumo y demostrar que la creatividad también puede ser sostenible.

No se trataba de adornar la narrativa con palabras verdes, sino de hacerlas líquidas, palpables, bebibles. El ganador no solo obtendría un pase a la Final Global en Nicaragua, sino también el lugar de embajador de una comunidad creciente de bartenders que entienden la coctelería como un espacio de cambio cultural.

El eco de un legado

El recuerdo aún está fresco: en 2024, Damián Vargas sorprendió al jurado con “Chiflado”, un cóctel que llevaba en su ADN la reutilización de un plátano completo, agua de mar destilada al sol y la huella artesanal de mujeres locales. Ese gesto no fue anecdótico: marcó un antes y un después, un estándar que obligó a pensar la sostenibilidad más allá de la moda, como un acto de coherencia radical.

Este año, ese espíritu regresó renovado en cada propuesta, con insumos de origen local, soluciones tecnológicas simples y una imaginación que se negaba a desperdiciar.

Rodrigo Gayona: el triunfo de lo esencial

El cusqueño Rodrigo Gayona fue finalmente quien se llevó el título. Su propuesta no buscaba impresionar con artificios, sino recordar que lo sostenible también puede ser elegante, sobrio y profundamente contemporáneo. En su copa convivían territorio y memoria, uniendo técnica e intuición con la fluidez de quien entiende la barra como un espacio de diálogo entre culturas.

Con su victoria, Gayona no solo viajará a Nicaragua para la Final Global, sino que también cargará sobre los hombros la representación de una escena peruana que hoy, más que nunca, entiende la barra como un laboratorio cultural y un frente de resistencia ambiental.

Más que un destilado, un manifiesto líquido

Flor de Caña, con 135 años de historia, ha convertido sus procesos —energía limpia, reforestación activa, certificaciones internacionales— en un discurso tangible que atraviesa cada botella. “La sostenibilidad está en cada gota”, dicen sus representantes, y no suena a consigna publicitaria, sino a una práctica concreta que dialoga con una comunidad global de bartenders.

Ese es quizá el secreto: no se trata de una marca que usa la sostenibilidad como recurso de marketing, sino de un destilado que la hace visible, sensorial, palpable en cada trago.

En Lima, entre el rumor de copas y el murmullo expectante del público, la final dejó una certeza: un cóctel puede ser más que un placer efímero; puede ser un manifiesto en miniatura, una manera de brindar con el planeta y no contra él. Y mientras Rodrigo Gayona se prepara para representar al Perú en Nicaragua, queda claro que la sostenibilidad, cuando se bebe, deja un sabor que trasciende la boca: el de una promesa compartida.

Escribe y fotos: Nasim Mubarak