MENU
Facebook
LinkedIn
X

Veccina: El esplendor de la italianidad contemporánea

En pleno tejido urbano, donde la ciudad mezcla vértigo y calidez, Veccina se presenta como un comedor italiano distinto: uno que honra la tradición, pero la desarma con sutileza para devolverla fresca, ligera y profundamente actual.

El inicio: un ritual de sabores conocidos

La mesa se inauguró con empanadas que evocaban un ritual doméstico llevado al detalle de la alta cocina. La de res sorprendió por la generosidad de su relleno, un encuentro perfecto entre los jugos de la carne y la suavidad del queso derretido. La versión de espinaca revelaba otra faceta, más ligera y fresca, casi primaveral en su textura cremosa. Mientras tanto, la de pollo y maíz jugaba con contrastes: el dulzor del grano, suavemente ahumado, sostenía una calidez que invitaba a continuar explorando.

Entre frescura y precisión

Entre plato y plato, aparecieron los palmitos frescos, acompañados de cítricos y pistachos, como un respiro en clave vegetal que equilibraba la intensidad del inicio. Pero fueron las alcachofas las que se robaron la atención: tiernas en el corazón y cubiertas por una crema de queso que sabía contenerse para realzar, no eclipsar. Era la confirmación de que la cocina de Veccina no busca deslumbrar con artificios, sino conmover con exactitud.

Minimalismo en movimiento

El atún, dispuesto en finas láminas sobre un fondo de tomate fresco, fue una declaración de principios. Minimalista y directo, dejaba que el sabor limpio del mar hablara sin interrupciones. Luego, los cappelletti llegaron como pequeñas joyas: rellenos de maíz y queso, envueltos en una salsa discreta, eran un recordatorio de que la sofisticación puede habitar en lo sencillo. Cada plato se servía como un capítulo de un relato mayor, acompañado de la ligereza refrescante de una sangría primavera, infusionada con frutas y hierbas que acompañaban sin robar escena.

Un final para recordar

El desenlace fue la milhoja. Capas de masa crujiente se intercalaban con una crema de pistacho que aportaba densidad aromática, mientras un hilo de arequipe cerraba la historia con dulzura medida. Un postre que condensaba lo que Veccina propone desde el inicio: reinterpretar lo clásico para dejar una huella nueva, sin estridencias, pero con memoria.

Más que un restaurante, una declaración

Al salir, quedaba esa sensación de haber atravesado un espacio donde la cocina italiana se entiende como lenguaje vivo, capaz de reinventarse sin perder respeto por sus raíces. Veccina no busca la sorpresa efímera ni el espectáculo fácil. Prefiere hablar bajo, con platos que revelan la paciencia del oficio y la claridad de una visión. Un lugar al que no solo se va a comer, sino a redescubrir cómo la tradición puede transformarse en presente.

Escribe: Romina Polti