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La herencia cervecera del Perú que ahora navega el mundo

La marca cervecera zarpa junto al majestuoso BAP Unión en una odisea intercontinental que reúne lo más selecto del carácter nacional. Esta vez, la reconocida etiqueta Cusqueña se convierte en vocera del espíritu andino, llevando consigo una propuesta sensorial que une sabores, saberes ancestrales y visión moderna en un recorrido por diez destinos internacionales.

Una misión que trasciende fronteras
Imponente en sus velas y propósito, la embarcación no solo instruye a futuros marinos, sino que también representa una plataforma diplomática itinerante. Su itinerario, que abarca diversas ciudades de América y Europa, revela la riqueza creativa, gastronómica y material del país a través de una selección de elementos con profunda carga simbólica.

Concebido como embajador flotante, este navío honra la memoria del almirante Grau mientras cultiva relaciones sólidas con naciones amigas. En cada puerto, sus tripulantes no solo recorren aguas abiertas, sino también sensibilidades compartidas, construyendo diálogos entre culturas a través de gestos, sabores y representaciones.

Una bebida con alma milenaria
Dentro de la Sala Perú, espacio consagrado a exhibir lo más auténtico de nuestras raíces, resalta una bebida dorada de origen cusqueño. Su presencia no solo destaca por su calidad artesanal, sino también por la historia líquida que encierra, hilada con cebada, agua de los Andes y técnicas que combinan precisión contemporánea con legado ancestral.

Esta propuesta en estado puro será el eje de momentos dedicados a la exploración gustativa: armonías gastronómicas, encuentros sensoriales y narrativas que permiten al visitante transitar por una geografía de emociones y memorias fermentadas en altura.

Narrativas líquidas que conquistan sentidos
Durante cada escala, los asistentes serán invitados a descubrir el universo que encierra esta etiqueta a través de maridajes cuidadosamente curados y relatos que exploran desde la siembra de insumos hasta la degustación. La propuesta es multisensorial y busca transportar a los participantes a través de aromas, texturas y recuerdos.

La conjunción de cocina tradicional con este néctar fermentado revelará contrastes y armonías que solo pueden surgir de una tierra compleja. Así, cada sorbo compartido se transformará en relato vivo, una metáfora del mestizaje y la creatividad que definen al alma peruana.

Una categoría que impulsa crecimiento
Este tipo de colaboraciones no solo refuerza la proyección internacional del país, sino que también pone en valor a una industria que dinamiza comunidades enteras. Más de veinte mil peruanos se benefician directamente del ecosistema vinculado a esta elaboración, que además representa un punto clave en la economía nacional.

Desde quienes cultivan insumos en zonas altoandinas hasta especialistas que cuidan cada fase del proceso artesanal, esta cadena impulsa un modelo que prioriza innovación, empleo sostenible y responsabilidad. Su expansión fuera del país abre puertas a nuevas oportunidades para el talento local.

Vínculos que construyen prestigio
Esta sinergia entre una nave insignia y una etiqueta con carácter reafirma la intención de compartir, desde el mar, lo mejor de nuestra tierra. En cada atraque, se forja una conexión emocional entre visitantes y aquello que define la autenticidad de un pueblo: su resiliencia, su creatividad y su capacidad de dejar huella con lo propio.

Más que una simple muestra, esta alianza representa un acto evocador. El Perú, desde su costa hacia el mundo, encuentra en esta iniciativa la posibilidad de mostrar que su esencia no solo se preserva: vibra, se renueva y avanza, como las velas extendidas de un viaje sin fronteras.

Redacción: Romina Polti Pimentel