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O’HIGGINS en La Gloria: La armonía que une viñas chilenas y calidez limeña

La noche del 17 de septiembre, el restaurante La Gloria en Miraflores abrió sus puertas a un ritual donde la cocina y la viña se enlazaron con naturalidad ceremonial. La cita tenía un protagonista silencioso y poderoso: los vinos chilenos O’HIGGINS, guiados por la voz y la sensibilidad del enólogo Daniel Miranda, llegado desde Chile para conducir un viaje de matices y resonancias.

El comienzo como preludio de frescura

Todo inició con la ligereza burbujeante de un Stocco Brut 2023 Prosecco D.O.C, brindis de bienvenida que no solo despertó los sentidos, sino que marcó el compás de la velada. Era la antesala de un recorrido en el que cada copa se convertiría en un territorio nuevo.

El mar en la memoria líquida del Sauvignon Blanc

El primer encuentro propuso un diálogo sutil entre el carpaccio de paiche ahumado y el O’HIGGINS Sauvignon Blanc Reserva 2024. Frescura, pureza, notas que parecían acompañar la transparencia del plato y, al mismo tiempo, darle un pulso vibrante, como si el Amazonas y el Valle de Colchagua se encontraran en un mismo sorbo.

Parrillada de mariscos y la profundidad del Fumé Blanc

El mar reapareció en clave coral con una parrillada de mariscos. Aquí, el O’HIGGINS Fumé Blanc Gran Reserva 2022 aportó hondura, dejando un eco ahumado que se extendía en el paladar. Un maridaje que no buscaba imponerse, sino tejer capas de complejidad, como un oleaje lento que avanza sin prisa.

El calor especiado de las lentejas y la fuerza del Carmenere

Luego llegó la calidez terrenal de unas lentejas a la portuguesa, plato íntimo, casi hogareño. Su encuentro con el Carmenere Reserva 2024 fue un abrazo especiado: el vino, con sus notas profundas, amplificó la textura densa de las legumbres, demostrando que la sofisticación también puede ser entrañable.

Cordero, Syrah y Red Blend: un juego de contrastes

El tiempo se detuvo con el cordero de cocción lenta, envuelto en aromas del desierto y un toque sutil de ají mochero. Aquí la bodega desplegó su versatilidad: el Syrah Gran Reserva 2023 ofreció fuerza contenida, mientras el Red Blend Gran Reserva 2021 reveló un carácter poliédrico, capaz de entrelazar suavidad y firmeza en un mismo gesto. Dos miradas distintas para un mismo plato, ambas revelando que el vino no es acompañante, sino contrapunto y espejo.

Un cierre como recuerdo compartido

El broche de oro se sirvió con un pudín de pan casero, postre que apeló a la memoria afectiva, sellado por la armonía de un maridaje que nunca dejó de ser íntimo, incluso en su despliegue más ambicioso.

Más que una cena, aquella noche fue un recorrido sensorial, donde O’HIGGINS reafirmó la promesa que habita en su lema: creados para disfrutar una y otra vez. Una frase que, al final, se convirtió en sensación tangible: la de querer volver, como quien regresa a un lugar que ya forma parte de su propia geografía emocional.

Escribe: Nasim Mubarak