En estas Fiestas Patrias, entre brindis íntimos y barras de autor, Claudia Moquillaza Robatty, reconocida embajadora del Pisco y referente de la mujer en la industria, recorrió los espacios más sofisticados de Lima para celebrar un símbolo de identidad nacional. Su visita a restaurantes y bares emblemáticos no solo fue un tributo al destilado bandera, sino una invitación a redescubrirlo en su forma más elevada: el Signature Cocktail. Desde Miraflores hasta Barranco, cada parada fue un ritual, una narrativa líquida donde el Pisco encontró nuevas formas de contar su historia.

Costanera 700: un sorbo de elegancia nikkei
En la barra de Costanera 700, la precisión de la cocina nikkei se traslada al universo de la coctelería con una ejecución impecable. Allí, el Pisco no es un ingrediente más, sino el alma de una propuesta sensorial que dialoga con el té jazmín, el matcha y la lima. La creación bautizada como “Mizuki” —inspirada en la fusión de insumos peruanos y japoneses— se elabora con Pisco Puro Quebranta Don Reynaldo, y ofrece un perfil afrutado y fresco que se enreda con delicadeza en el paladar.
Más que un cóctel, “Mizuki” es una escena: sofisticación, carácter y armonía, reflejando la maestría de David Sotomayor, head bartender del local. Cada sorbo es una experiencia contenida, donde la investigación y el respeto por los ingredientes locales elevan el arte de beber al rango de ceremonia.

Limaná: sostenibilidad que se sirve fría
En el rincón más verde de Miraflores, Limaná propone una experiencia líquida alineada con la naturaleza. Su filosofía, centrada en la trazabilidad y el respeto por el origen, se refleja también en su barra. Allí, Edward Albino presenta una reversión del clásico pisco punch con una técnica singular: la crioconcentración, donde los jugos de frutas tropicales se transforman a -50 grados para obtener una esencia más pura, dulce y consistente.
El resultado es un cóctel donde la piña y la naranja brillan sin aditivos, sin endulzantes, solo fructuosa natural. Esta bebida es tanto un manifiesto como una experiencia: “Frescura y sostenibilidad en un cóctel”. Beberlo es conectar con lo esencial, con la fruta en su forma más honesta y elevada.

Banhmi Lima: el sudeste asiático habla en pisco
El espíritu urbano de Banhmi Lima combina la informalidad del street food asiático con una coctelería de autor pensada para el paladar limeño. En su carta brilla “La Dama del Pañuelo”, una reversión audaz del clásico pisco sour, donde la mezcla de Pisco Acholado de 7 Cepas Don Reynaldo y Pisco Mosto Verde Torontel Etelvina aporta notas florales y herbales.
Con un perfil más complejo, este cóctel se complementa con bourbon, blend de vinos blancos, sour mix y huevo, generando una textura envolvente y un equilibrio poco habitual. José Sandoval, su creador, nos recuerda que el Pisco no es un destino, sino un punto de partida para experimentar.

Lady Bee: un altar líquido en Barranco
En Lady Bee, la experiencia no está en el vaso, sino en la historia que lo precede. Este espacio de gastronomía líquida de primer nivel rinde culto al origen, al insumo y a la narrativa detrás de cada mezcla. Allí, el cóctel “Miraflores” —una sinfonía de Pisco Puro Torontel Don Reynaldo, limón y miel— representa una conexión directa con lo simple, lo clásico, lo atemporal.
Daniel Granados, bartender del local, logra capturar en este cóctel la esencia de Lima: luminosa, cítrica, cálida. Servido en una copa coupé, “Miraflores” se deja beber como una postal nostálgica de la ciudad, sencilla pero imposible de olvidar.

Sastrería Martínez: alquimia bajo perfil
Detrás de una puerta discreta en la avenida La Mar, Sastrería Martínez se revela como un santuario oculto donde el Pisco se transforma en arte líquido. Aquí, el cóctel “Wari Kayan”, elaborado por Reynier Mendoza, es una sinfonía profunda: Pisco Acholado, aperol infusionado con aceitunas verdes, destilado de aceitunas y una mistela artesanal con toronjil, muña y tomillo.
Más que una bebida, esta creación encarna el espíritu costero con una fuerza mística. “Wari Kayan” es historia líquida, una ofrenda contemporánea a las raíces, a la memoria, a lo que permanece
En cada barra, una declaración. En cada cóctel, una identidad. Claudia Moquillaza no solo celebró el Pisco, lo llevó al terreno de lo sublime. Lo redescubrió en miradas jóvenes, técnicas experimentales y recetas con alma. Y al hacerlo, reafirmó que el Pisco no es solo una bebida de bandera: es una forma de decir quiénes somos.
Escribe: Romina Polti